Ningún espejismo la supera
nada es tan fascinante
como la nueva realidad
hasta ayer desconocida.
Aquí la tienes, única entre miles:
la duna amarilla, ocre, encendida
un particular y hermoso sueño
de prodigiosa arena sinuosa,
blanda, suave, confortable.
Te traga en una caricia
te hundes en ella
con los pies desnudos
y la piel estremecida.
Te exige un esfuerzo
fuerte, plácido e inevitable
luego te invade una alegría
de niño grande, de alma henchida,
de espíritu indomable que te fascina.
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