domingo, 20 de julio de 2008

Artículo. Articulista anarquista

Alpinista masoquista, astronauta abstencionista, ascensorista abolicionista, anestesista apóstata, acupunturista activista, acuarelista alarmista, alfombrista alópata, futbolista ludópata, trapecista baptista...

¿Me estoy refiriendo a hombres o a mujeres? Todas son palabras terminadas en a y, por el momento, no he oído de ninguna asociación de hombres que reivindique la creación de sus correspondientes masculinas, o sea, terminadas en o: alpinisto, astronauto, anarquisto. Suenan mal, como cuando alguien dice palabro para referirse a una expresión extraña; sin duda serían extrañas, porque no estaríamos acostumbrados a ellas. Hay cientos, miles quizá. Hoy en día, con internet, todo es muy fácil, sólo tienen que teclear diccionario inverso en su buscador preferido escoger cualquiera y solicitar que les muestre las palabras terminadas en a. No se las acabarán. Algunas de ellas les chocarán, porque puede que nunca antes se hubieran dado cuenta de que existen tantas palabras con terminación presuntamente femenina que se utilizan también para referirse a hombres, sin que hasta ahora les hayan llamado la atención.

No sé si la palabra miembro tiene una connotación masculina. Es cierto que se usa muy masculinamente cuando alguien se refiere al miembro viril. Tal vez sea por eso. De hecho, el Diccionario de la Real Academia, en su segunda acepción, lo recoge así y la hace equivaler a pene. Es, ciertamente, una correlación bastante masculina, aunque no imagino que la propuesta de miembra sirviera para denominar la vagina de la mujer. Nunca se puede estar seguro de nada, pero apostaría a que no.

Dicen los expertos que, en los desfiles de moda, la ropa que llevan las modelos no es la que sus diseñadores pretenden que la gente lleve por la calle (poca gente lo haría) sino que sólo muestra la tendencia de lo que se va a llevar. Quizá nuestra joven ministra estaba actuando como si fuera una diseñadora y quería mostrar una tendencia. ¿Cuál? Eso ya es más difícil de saber, pero, antes de opinar, y para encuadrar bien todas las opiniones, a mi me gustaría que la ministra diera también su soporte a unas palabras que, hasta donde yo sé, no existen: machisto y feministo, asociadas, por supuesto, a otras dos inexistentes: la machisma y la feminisma. Porque hay de todo en la viña del señor, y así debe ser.

¡Aleluyo!