sábado, 22 de octubre de 2011

Margin Call y el esoterismo

Ayer vi la película Margin Call y me quedé con la incómoda sensación de ser un poco estúpido porque no me enteré bien de qué era lo que había descubierto el joven empleado al que su recién despedido jefe le pasa unos datos y le aconseja que se ande con cuidado. Durante la película se emplea una jerga económica de alto nivel que en ocasiones me resultó difícil de seguir. Al salir ignoraba incluso si el título era una frase hecha con algún significado o simplemente tenía que traducirlo literalmente.
Hoy he conseguido averiguar que el título, efectivamente, es una frase hecha que se usa en el argot económico y que tiene un significado muy pertinente al contenido de la película. No, no voy a explicar aquí cuál es ese significado: he averiguado que significa algo, sí, pero no me veo capaz de explicarlo por mí mismo, de modo que me sigo sintiendo estúpido.
Entonces me he puesto a buscar en internet críticas sobre la película. Como era de esperar he encontrado muchas, pero todas se parecen tanto y son tan superficiales y tópicas que no me han aportado nada, en especial no he leído ninguna que trate de explicar qué era lo que le sucedía al banco para que todo el mundo se pusiera tan nervioso. Y, por supuesto, ninguna menciona el título ni ilumina al lector con su significado. Todos se quedan en las frases ambiguas: fulanito descubre unos datos que demuestran que el banco está en peligro y todos corren para salvarse sin importarles quién pierda.
No he mejorado mi autoestima, pero me ha quedado un poco más claro que somos muchos los que no tenemos ni idea de lo que pasa, incluso algunos con valorada pluma en prestigiosos medios, y que por eso, precisamente, puede pasar lo que pasa: pueden abusar de la ignorancia de todos cuantos vemos pasar las cosas como si estuviéramos viendo una película: valoramos a los actores y nos quedamos sin entender el guión. Y así nos va.

lunes, 10 de octubre de 2011

Ofendidos

Cuando alguien se declara ofendido como miembro de una comunidad (catalán, cristiano, socio del Granada o lo que sea) por las declaraciones de otro, normalmente es porque no tiene argumentos para rebatirlas.
Quien haya leído algún artículo de este blog sabrá que no soy precisamente un defensor de los nacionalismos y mucho menos simpatizante de CiU, pero ya es la segunda vez que escribo para defender a políticos de dicha coalición porque a sus declaraciones, los aludidos (mejor dicho, los políticos de los aludidos) no les han sabido oponer ningún pensamiento o idea sino la declaración del sentimiento de ofendidos.
Mal vamos cuando nuestros políticos apelan a los sentimientos y no a las ideas y a la razón y quienes hayan leído las recientes declaraciones de Durán Lleida a propósito del PER y la polémica que han suscitado ( El País, 10/10/2011) habrán podido comprobar que hay, en efecto, mucho político ofendido pero ninguno que aporte dato alguno que indique que lo que Durán afirma no sea cierto.
Ninguno de ellos dice a qué dedican sus horas los que reciben el subsidio, puesto que a trabajar en la economía sumergida ya sabemos que no, porque al parecer eso sí lo saben nuestros políticos. ¿Qué hacen entonces? ¿Colaboran en ONGs? ¿Ayudan, quizá, a sus mujeres en las tareas domésticas de sus propias casas? ¿Realizan tal vez algún servicio para la comunidad en la que viven? ¿Acuden a las bibliotecas o se han apuntado a cursos para aprender inglés, informática o a jugar al ajedrez? No los sabemos, sólo sabemos que los políticos que quieren sus votos se sienten ofendidos como andaluces o extremeños, según de dónde sean, y que no son capaces de hacer otra cosa.
¿Vamos a seguir votándolos? ¿Otros cuatro años más con estos dirigentes mediocres que sólo saben cultivar las diferencias para poder así arañar un puñado de votos y poder seguir ocupando unos puestos y cobrando del Estado un dinero que no merecen?
Basta ya.

La solidaridad de los tenistas (Nadal, Ferrer, Sánchez Vicario, Corretja y otros) con las especulaciones fallidas de su colega Gimeno

Algunos de los mejores tenistas españoles (actuales, como Nadal o Ferrer, y de generaciones pasadas, como Sánchez Vicario, Corretja e incluso Gisbert y Arilla) han decidido organizar un homenaje a Andrés Gimeno, uno de los pioneros del tenis español porque, dice, está en una mala situación económica.

La solidaridad siempre es buena, aunque sólo sea gremial, pero no está de más que conozcamos los motivos de ese acto solidario, promovido y protagonizado por unos tenistas de élite. ¿Ha sufrido Andrés Gimeno algún percance que le impida moverse con normalidad y tenga que afrontar grandes gastos para habilitar su casa? ¿Tal vez algún familiar cercano ha contraído alguna enfermedad cuyo tratamiento implique pagar mucho dinero? ¿Se le ha hundido la casa por culpa de alguna catástrofe natural?
 
No. Según él mismo ha declarado en varias entrevistas, la situación en la que ahora se encuentra proviene de unas inversiones equivocadas. En sus propias palabras: Cuando llegó la crisis, recibí tres palos muy fuertes por unas inversiones equivocadas y las devaluaciones inmobiliarias (Entrevista en El País, 10/10/2011). Es decir, quería especular y le salió mal. Ahora dice que sólo aspira a llevar una vida sencilla, pero tranquila.

Bueno, es lo que querría también la mayoría no ya de los que invirtieron en inmuebles y les salió el tiro por la culata, sino de los que se han visto en la calle porque la empresa para la que trabajaban fue la que invirtió mal o simplemente su negocio no funcionó como esperaba y se ha visto obligada a cerrar o los ha despedido para no mermar sus beneficios.

Para todos ellos, sin embargo, no he oído que nuestra élite tenista haya organizado ningún tipo de homenaje, aunque seguramente lo merecerían tanto o más que Andrés Gimeno quien, por lo visto, ha alcanzado la categoría de un gran banco, too big to fail, al que han acudido a socorrer con rapidez sus colegas tenistas, no con su dinero, claro, porque ellos sólo ponen su ratito de diversión jugando al tenis y de paso mejoran su imagen de cara a la galería, sino con el de los que paguen por ir a verlos pasárselo bien.
Pero que nadie dude de que son un grupo de buenos chicos (y no tan chicos) solidarios con los menos favorecidos y que, además de ayudar al necesitado de élite, seguro que tienen su domicilio fiscal en España y pagan religiosamente todos sus impuestos para ayudar a que su apreciada patria, a la que con tanto orgullo dicen defender, se recupere también de su difícil momento económico, y con ella los necesitados que no son de élite ni la cagan cuando invierten.

Que así sea.

domingo, 9 de octubre de 2011

Aquí no paga nadie: Cajas de ahorros, Gürtel, Palau, Pretoria, Marbella... y ahora llegan las elecciones ¿qué haremos?

Se habla mucho durante estos días de los ejecutivos de las cajas de ahorros que las llevaron a la ruina y salieron de ellas por la puerta de atrás tras asegurarse unas indemnizaciones y unas pensiones de millones de euros. Dicen que son legales porque las aprobaron los respectivos consejos de administación. No dudo de que fue así, pero lo que es más que dudoso es que los miembros de dichos consejos de administración se preocuparan lo más mínimo por el funcionamiento de la empresa que regían.
Lo normal es que un consejo de administración lo formen personas que tienen interés en que la emprea funcione bien porque tienen su propio capital invertido en ellas pero, como sabemos, ese no era el caso de las cajas de ahorros, cuyos consejos estaban formados por representantes de instituciones dominadas por los partidos políticos y por las propias cajas, ya que eran las que financiaban a los partidos y muchas de las actuaciones de las entidades a las que representaban los consejeros, formando así un círculo vicioso y letal para la empresa.
Resulta difícil no preguntarse qué sabían muchos de los miembros de los consejos del funcionamiento de la empresa de la que eran consejeros y, más aún, qué les importaba cuál era ese funcionamiento. Su única misión no parece que fuera otra que cobrar las dietas, ostentar el privilegio, servir fielmente al partido que les había puesto allí (directamente o a través de la institución que representaran) y, sobre todo, asegurarse un buen trato de la caja para la entidad que representaban (Ayuntamiento, Asociación o lo que fuera: todas necesitaban que las caja les otorgaran préstamos o les financiaran actividades).
No sólo, pues, los directivos que se autootorgaron las indemnizaciones y pensiones actuaron mal, sino también todos los miembros de los consejos de administración que aprobaron esas otorgaciones o que asintieron cuando se les sometió a votación la aprobación de la gestión de unos dirigentes que estaban llevando la empresa a la ruina. ¿Cómo podían aprobar una gestión que o bien desconocían o bien no tenían la capacidad suficiente para valorar? ¿Cuál es su responsabilidad en lo que ha sucedido?
No se habla de ellos en los medios de comunicación. Tampoco se habla mucho del Banco de España, tan loado hace una temporada, cuando se lo consideró el artífice de que los bancos españoles no estuvieran tan mal como los de los países de nuestro entorno (¿?). Ahora empiezan a oírse voces (del Partido Popular, claro, porque es otra forma de atacar al gobierno, pero sucedería lo contrario si las cosas hubieran sido al revés) criticando su labor, puesto que no parece que se diera cuenta de lo que estaba pasando.
Y, por desgracia, se habla muy poco de esos dirigentes que han hundido las cajas y se han enriquecido por haberlo hecho. Cada día, en cada medio de comunicación, deberían citarse sus nombres, cuál era su responsabilidad y cuánto se han llevado por haberla ejercido mal. Y si hay sospecha de que actuaron de forma delictiva deberían ser juzgados por ello: no deberíamos permitir que el simple hecho de que ya no ocupen sus cargos sirva como cortina que todo lo tape. No debemos perdonar que se hayan quedado con nuestro dinero.
Cualquier director de una sucursal de una caja de ahorros sabe que si concede un préstamo sin las garantías suficientes se juega el despido, que será considerado procedente y que no comportará, por descontado, ninguna indemnización ni una pensión vitalicia por haber efectuado mal su trabajo. Y si actúa de forma delicitiva sabe que él sí que será llevado a juicio.

Pero los directivos de las cajas de ahorros no son los únicos que han contribuido a llevar el país a la ruina y no han tenido que asumir ninguna responsabilidad ni pagar nada por ello. Junto a ellos tenemos a todo ese tropel de políticos que han estado despilfarrando el dinero público, bien de forma claramente incompetente o bien de forma claramente delincuente. En el primero de los casos no deberían permanecer ni un día más en sus puestos y en el segundo no deberían permanecer ni un día más en la calle: deberían estar en la cárcel, donde estaría (retomo el ejemplo) un trabajador de una caja de ahorros que hubiera cobrado una comisión por conceder un préstamo de forma irregular.
Pero no es así. En muchos casos todo el mundo sabe lo que pasa, pero nunca llega a formalizarse una acusación y, en otros casos, cuando se formulan acusaciones, cuando se sigue un procedimiento judicial, éste tarda tanto tiempo en llegar a su fin que a menudo los delitos han prescrito (¿cómo puede prescribir un delito por culpa de la incompetencia del sistema judicial que lo demora durante años?), en otras ocasiones todo acaba tan diluido o cae tanto en el olvido que al final nadie paga nada y en alguna otra circunstancia el procedimiento va pasando de juez en juez hasta que se da con el que acabará por tirarlo a la papelera.

¿Cómo acabará el caso Gürtel? ¿Y el caso Palau? ¿Alguna noticia del caso Pretoria? ¿Cómo acabó el caso de Marbella? ¿Alguien sabe cuál es la situación de los procesados? Pues sólo la sabemos de aquellos que, encima, se pasean con impunidad ante las cámaras de TVE, nada menos, o forman parte de las tertulias de las televisiones más retrógradas de nuestro país.
En el mejor de los casos, cuando es tanta la ropa sucia que ya resulta imposible esconderla toda, algún político dimite y esto ya le exime de toda responsabilidad, ya nadie le reclama nada. Supongo que es tan extraño ver dimitir a un político que cuando uno lo hace lo debemos considerar un gran triunfo de la democracia.
Somos así. Y mientras seamos así nos seguirá sucediendo lo que nos ha venido sucediendo durante tantos siglos. No sólo aceptamos se explotados y que se apropien de nuestros bienes (públicos) sino que a menudo vitoreamos a quienes nos pisotean. Por poner un ejemplo reciente ¿Alguien piensa que la duquesa de Alba es tan inmensamente rica porque se ha ganado el dinero con su esfuerzo? ¿Sabemos cómo trata a los que trabajan para ella? ¿Sabemos cuánto dinero en subvenciones ha recibido? ¿Sabemos de dónde ha salido su fortuna? ¿Sabemos cuánto declara en el IRPF? No, la inmensa mayoría no sabemos casi nada, pero las revistas del corazón, las televisiones (otra vez, abanderada, TVE, cuyo programa Corazón, Corazón se ha especializado en hagiofrafías de personajes de dudosa reputación) y, a cuenta de su boda, hasta la prensa general se han dedicado a presentárnosla como una abuelita marchosa y juguetona, la gente sale a la calle a vitorearla cuando decide casarse por la Iglesia a los 85 años (pasando por alto, ella, que se declara tan católica, que uno de los fines del matrimonio eclesiástico es la procreación...) y ya se la empieza a llamar la duquesa del pueblo, quizá el más tremendo oxímoron que haya oído jamás.

¿Vamos a seguir permitiendo todo esto? ¿El próximo 20 de Noviembre acudiremos como ovejas obedientes a votar las listas que nos presenten sin cuestionarnos si hay alguna alternativa mejor, nada que nos convenga más, alguna solución más justa y representativa? ¿Votaremos al Partido Popular porque estamos hartos de la incapacidad del PSOE? ¿Seremos tan ingenuos como para pensar que lo harán mejor? ¿No estamos al tanto de lo que ocurre en las comunidades donde no gobierna el PSOE? ¿Vamos a creernos que Rubalcaba será capaz de luchar contra todos, incluyendo su propio partido, para llevar a la práctica las bonitas intenciones que predica cada fin de semana? ¿Nos vamos a creer que Rajoy va a cambiar de manera de ser por el hecho de ser nombrado presidente del gobierno? ¿Alguien cree que con el Partido Popular vamos a disfrutar de una magnífica sanidad gratuita universal y una excelente educación pública?
¿Y ya está? ¿Con este maravilloso acto de la votación cuatrienal pensaremos que ya hemos cumplido con nuestro deber ciudadano? Peor aún, ¿no vamos a hacer nada ni que sea desde un punto de vista egoísta para mejorar nuestra situación? ¿Vamos a seguir permitiendo a nuestros mediocres políticos que sigan siendo nuestros dirigentes?
¿No vamos a decir nunca basta?