jueves, 16 de julio de 2015

De "el procés" a "el disparate". Noticia de un desvarío

        En las próximas elecciones autonómicas catalanas el número uno de la lista oficial independentista será un tránsfuga. Lo pueden pintar de muchos colores, pero la realidad es esta. Romeva era un eurodiputado de Iniciativa que, como su coalición, en la que llevaba años militando y debía conocer bien, no era partidaria de la independencia, lo dejó. Ahora se ha pasado al otro bando. Sí, ha estado unos meses en el dique seco pero, ¿alguien puede creerse que un señor que ocupa nada menos que el primer lugar en la lista de todas las listas no había recibido ya la oferta cuando dejó el cargo para el que había sido elegido por los ciudadanos? Su relación con Tremosa (CDC) y Junqueras (ERC) es conocida y viene de lejos, casualidad no será.
         Además, los organizadores dijeron que la lista no estaría encabezada por políticos. También lo pueden llamar como quieran, pero Romeva ha sido político profesional durante diez años y solo lleva una pocos meses sin serlo. De nuevo ¿alguien puede pensar que esto no estaba ya previsto?
         Pero lo mejor es que, ¿y a quién le importa todo esto si Romeva, pese a ser el primero de la lista, no sería presidente si ganara las elecciones?
         ¿Y si yo quisiera votar la lista porque me gusta este candidato? Después resultará que va a mandar otro. Qué frustración. Qué engaño.
         ¿Cómo sabe el votante que el número uno de la lista no será el presidente cuando siempre ha sido así? Qué inseguridad, Qué engaño, de nuevo.
         ¿Y si Romeva ganara y dijera “el número uno de la lista soy yo y quiero ser presidente”? ¿Se lo pueden impedir? ¿Sería democrático hacerlo? ¿Sería legal?
         ¿Y cómo sabremos a partir de ahora quién de las listas es el tapado que va a mandar si su partido o coalición gana las elecciones? Imaginen que en la lista de las listas ponen a Jordi Pujol en último lugar, por aquello del prestigio (jeje), y luego va y resulta que lo eligen presidente otra vez.
         ¿Y qué van a hacer en la campaña? ¿Qué rostro saldrá fotografiado en las banderolas y en los posters electorales? ¿Quién saldrá en la tele? ¿Quién participará en los debates de candidatos?
         ¡Socorro! ¡Sáquenme de aquí! Pero díganme antes adónde me llevan, que elegir destino está chungo.

viernes, 10 de julio de 2015

Quo vadis CUP? Y adónde llevas a Catalunya?


El abrazo entre el dirigente de la CUP, David Fernández, y el Presidente de la Generalitat, Artur Mas, que se produjo el 9 de noviembre de 2014, el día del famoso referéndum, fue la prueba en imágenes de que el proceso independentista no sería beneficioso para los catalanes. Aquel abrazo no fue simétrico, porque significaba que la resistencia de izquierda era devorada por la derecha en el poder. A partir de aquel abrazo, la CUP dejaba de lado sus reivindicaciones sociales para ser solo un partido nacionalista, y cuando lo único que cuenta es el nacionalismo aglutinador, el fascismo es un peligro y el perjuicio de las clases populares una realidad.
         Artur Mas apela siempre a lo que él llama un “proyecto de país” y resulta muy sorprendente que una organización como la CUP, que se declara socialista y ecologista, pueda compartir con la rancia y corrupta derecha catalana cualquier tipo de proyecto político, que desde luego siempre estará remotamente lejos del socialismo y del ecologismo. De un gobierno que es fruto del tándem Pujol & Puig (para entender muchas cosas es imprescindible leer el libro del mismo título escrito por Antonio Fernández) es difícil esperar otra cosa que corrupción y amiguismo.
El papel que la CUP ha jugado en la comisión de investigación de los Pujol es otra prueba de que su pasión política se ha diluido dentro del embalse (que no oasis) de la política catalana, porque les ha hecho participar de una pantomima que ha dado a “la familia” y sus amigos una plataforma desde la que chulear, reivindicarse y hasta reñir a los políticos, con la aquiescencia una vez más de David Fernández, cuya máxima reivindicación política parece haber pasado a ser el uso de (horribles) camisetas durante las sesiones. Tal vez piense que sentarse junto a una trajeada Marta Ferrusola vestido con una camiseta de Allende sea revolucionario, pero yo creo que resulta más bien pueril.
         Dentro de la impresionante lucha por el poder que se ha desatado dentro de las organizaciones independentistas (por fin empiezan a mostrar sus auténticas caras), que las ha llevado a plantearse esa gran estupidez que es hacer candidaturas políticas sin políticos, la CUP ha querido rizar el rizo y no solo defiende esta opción, sino que además quiere que después de celebrarse las elecciones se celebren inmediatamente otras con políticos. ¿Es p
osible que un partido de izquierdas anteponga una unidad de destino en lo universal a acabar con uno de los peores gobiernos que ha tenido Catalunya, que durante cuatro años solo se ha dedicado a recortar y a alimentar la imagen mesiánica de su líder?
         Ninguna de las investigaciones en marcha ha llegado a buen puerto, pasa el tiempo, el dinero robado no aflora y los delincuentes siguen en la calle. Todos ellos catalanes, todos actuando contra Catalunya y la CUP apoyando los “proyectos” de quienes les están íntimamente vinculados. Si la CUP fuera una organización la mitad revolucionaria que su forma de vestir, en estos momentos estaría pactando con la izquierda para intentar tumbar a un gobierno que solo pretende perpetuarse en el poder económico y político de una Catalunya que, como ocurre a menudo con los líderes nacionalistas, piensa que es suya. Que la CUP no se haya enterado de que cuando alguien habla del pueblo de un país como un conjunto, lo que está haciendo es intentar evitar que el auténtico pueblo lo eche del poder, da a entender que no es una formación políticamente preparada, que tal vez debería disolverse y entrar en Convergència, ahora que hasta su socio de toda la vida la ha abandonado, allí seguro que aprenderían a ser astutos.
¿Quo Vadis CUP? ¿Y adónde llevas a Catalunya?

lunes, 6 de julio de 2015

La lotería, las excusas y los valores

En el anuncio del sorteo extraordinario de vacaciones de la Lotería Nacional, un hombre llama por teléfono para cancelar una reserva que había hecho de un muy modesto piso en la playa: uno muy pequeñito que está junto a la autovía, encima de la gasolinera y tiene un solo enchufe (sic), precisa. Alude que les ha salido un problema gordo (muy gordo, le pide que puntualice su mujer). Entonces hay un cambio de plano y vemos que la pareja está en el jardín con piscina desbordante de una extraordinaria casa con vistas al mar.


         El anuncio es una excelente metáfora de la realidad social española y de los valores que la rigen, fomentados en este caso por Loterías y Apuestas del Estado que es, como su propio nombre indica, un organismo estatal.
         En primer lugar muestra con claridad que la situación económica de los españoles es bastante precaria, dado el tipo de apartamento que la pareja se podía costear con los recursos de los que disponía. El propio Estado, pues, constata que lo que Rajoy nos anuncia no es cierto, seguimos en una situación económica muy difícil.
         En segundo lugar propone un uso del dinero ganado más que discutible. Es de suponer que la pareja ha alquilado la casa, ya que con 200.000 euros de premio por décimo habría necesitado comprar, como mínimo, cinco décimos y gastar todo el dinero del premio en adquirirla (a buen precio, no hay más que verla). Malo gastarse tanto dinero en lotería cuando tu economía no va bien, malo emplear el dinero del premio en algo suntuoso e innecesario, como si fueras un político derrochando dinero público.
         Podrían haber hecho que el sueño de la pareja fuera montar una empresa en la que dar trabajo a desempleados, financiar un proyecto de investigación o ayudar a gente necesitada, todas estas cosas que el Gobierno actual no hace y que, al parecer, tampoco le parece adecuado fomentar. Nuestro único objetivo, según se ve, ha de ser tumbarnos al sol y olvidarnos de los demás.

         En tercer lugar, este organismo del Estado propone que usemos excusas falsas para eludir nuestras responsabilidades. En lugar de decir la verdad, el hombre alega que les ha salido un imprevisto gordo (muy gordo). Desde luego no es lo más adecuado que desde el Estado se nos anime a utilizar la picaresca y la mentira para no cumplir con nuestras obligaciones. La pareja había hecho una reserva y, ahora, es posible que aquel apartamento ya no pueda ser alquilado de nuevo. Dado el nivel económico que ahora posee, ¿no habría sido mucho mejor decir la verdad, pagar el alquiler o la indemnización correspondiente y bañarse en su piscina desbordante con la conciencia tranquila?