sábado, 7 de diciembre de 2013

El debilitamiento de la democracia: Montoro y la purga de la Agencia Tributaria

En marzo de este año, el gran historiador Josep Fontana publicó un artículo en El Periódico titulado La deriva nazi del Partido Popular en el que detallaba las acciones que el partido en el gobierno estaba emprendiendo para debilitar la capacidad de protesta y resistencia de los ciudadanos, de forma semejante a como lo habían hecho los nazis en Alemania, es decir, aprovechando que la democracia les había permitido instalarse en el poder para desde allí acabar con ella de forma que pudieran aplicar las medidas que solo beneficiaban a ellos y los suyos sin que los ciudadanos pudieran protestar, puesto que todo lo que no era adhesión se consideraba delito y era perseguido.



Aquí en España tenemos algunos claros ejemplos de este tipo de actuación, sin duda menos radical, pero que está resultando igualmente muy efectiva:
  • El nombramiento político de los principales cargos del poder judicial (incluyendo al Tribunal Constitucional), con lo que el gobierno sabe que puede contar con el respaldo de la justicia si se recurre a ella.
  • El mayor poder que se está dando a la Iglesia Católica y, por lo tanto, a su capacidad de influir en la sociedad, con lo que ello conlleva de fomento de la represión y de la aceptación de las desigualdades (mi reino no es de este mundo).
  • La reforma laboral, que, en una época con un desempleo desorbitado, instala el miedo en el cuerpo de los trabajadores, que aceptarán cualquier presión de sus empleadores para no perder su puesto de trabajo.
  • La ley Wert, que fomentará la división de la sociedad en dos grupos: aquellos que puedan pagarse sus estudios y conseguir puestos directivos y todos los otros, que saldrán mal preparados y, por lo tanto, aceptarán trabajos mal pagados porque no estarán en condiciones de aspirar a uno mejor y, sobre todo, porque no estarán en condiciones de ser conscientes de lo que les están haciendo, porque estarán sometidos a la ignorancia y a la escasa capacidad de razonamiento que el sistema de enseñanza les proporcionará.
  • La ley Fernández de restricción de la libertad de reunión y manifestación, digna del más oscuro franquismo y que hasta ha provocado las quejas del defensor de los derechos humanos de la comunidad europea. Una ley dictada para evitar que los perjudicados puedan hacer oír su voz.
  • Todo el entramado jurídico que está montando el ministro Gallardón (¿recuerdan?, es aquel que nos vendían como progre) que, entre otras cosas, encarece el coste de la administración de justicia, para así impedir que los que disponen de pocos recursos puedan acudir a la justicia para defender sus derechos.
La lista es mucho más larga, pero solo he querido citar aquí algunos ejemplos para terminar comentando lo que me parece la prueba explícita de que todo responde a una clara intención política, que no es precisamente la de mejorar el país y la vida de sus ciudadanos, sino la de eliminar toda discrepancia en cualquier ámbito. 

Esta prueba son las palabras de ayer del ministro Montoro, referidas a la depuración de cargos que se está haciendo en la Agencia Tributaria, cuando dijo que es que estaba llena de socialistas.
Es decir, el problema no es que fueran incompetentes o que hicieran mal su trabajo, el problema es que eran de una opinión distinta, tal vez la de que no se debía dejar que las grandes empresas no cumplieran con hacienda, y por eso han sido apartados de sus cargos.

Seguramente lo peor que le puede pasar a un estado, porque es síntoma de que va a actuar contra sus ciudadanos, es que:
  • sus funcionarios de primer nivel sean nombrados por criterios políticos y no técnicos.
  • sus políticos sean unos corruptos
  • su policía inspire miedo a los que debería servir.

Pues solo hace falta repasar un poco la situación para ver dónde estamos




miércoles, 4 de diciembre de 2013

The Councelor (de Ridley Scott) y la trama Gürtel: parecidos razonables

Estos días han aparecido en la prensa algunas fotografías de miembros de la trama Gürtel en las que se aprecia el nivel de vida que les permitía llevar su trama de negocios. No resulta extraño que tanto dinero como movían diera para llevar una vida de lujo, como tampoco lo resulta que lo que ellos entendieran como lujo fueran esos lugares comunes propios de los telefilms: pasear en yate, conducir coches caros  o sentarse en opulentos sofás en casas frente al mar: es lo típico de los nuevos ricos, cuya codicia no tiene límites una vez que han encontrado la manera de hacer dinero. Seguramente, si hubieran sido más prudentes y se hubieran conformado con menos, el caso Gürtel nunca habría existido.


También estos días se ha estrenado la película The Counselor, de Ridley Scott, traducida aquí como El Consejero (con lo que se pierde la ambigüedad del título original, que significa ambas cosas). No es sobre la trama Gürtel ni sobre el caso Roca (el de Marbella ¿se acuerdan de él?), pero sí sobre la codicia llevada a unos extremos que acaba provocando la destrucción de unos codiciosos, en manos de otros que lo son tanto como ellos, pero que además son más poderosos.

Puedo contar, sin desvelar mucho la trama (que en el fondo es bastante anecdótica o McGuffin), que el personaje que despierta a la codicia durante la película (los otros ya están instalados en ella) no es que esté pasando estrecheces económicas precisamente, porque conduce un Bentley y le compra un diamante de 3,9 quilates a su novia, pero estos gastos seguramente sean excesivos y necesite más dinero para satisfacer a esa mujer, a la que llega a decirle, aproximadamente, que: la vida es estar contigo en la cama, lo demás es esperar ese momento
Es decir, necesita el dinero para satisfacer una obsesión, que siempre es una mala consejera.

Javier Bardem y Cameron Diaz, sus estrafalarios socios, tienen aficiones semejantes a los de la trama Gürtel, o sea, ostentosas y de mal gusto: poseen dos guepardos por mascotas (parecidos asombrosos: Roca tenía un tigre), a los que llevan a cazar conejos  al desierto mientras ellos toman martinis, lucen un moreno completamente artificial, visten lo más chillón que pueden, montan suntuosas fiestas en su casa y desconfían el uno de la otra y la otra del uno.

La tercera pata de la sociedad, Brad Pitt, con aires de estar de vuelta de todo, cree tener la fórmula para desaparecer y poner todo su dinero a salvo en veinticuatro horas si las cosas se ponen feas.

Y las cosas, claro, cuando no se pone freno a la codicia, se ponen feas de verdad, hay errores, todo se tuerce y, como le dicen a uno de los protagonistas: quieres enmendar tus errores pero no te das cuenta de que no es posible, porque los cometiste en una vida y quieres enmendarlos en otra: no hay solución, ya no hay decisiones que tomar, solo esperar.

Yo, español sufridor de sus leyes y políticos, hace tiempo que espero que se haga justicia con los codiciosos, no al modo en el que se hace en The Counselor, sino al modo en el que los tribunales deben hacerla: espero que los ladrones devuelvan el dinero y vayan a la cárcel, o que vayan a la cárcel y devuelvan el dinero, da igual el orden. Y luego espero que aquellos políticos (si los hubiere, que mucho me parece que sí) que se beneficiaron de lo que los sobornadores pagaban, sean considerados también delincuentes, devuelvan el dinero y vayan a la cárcel, también da igual en que orden.
No quiero oír hablar de responsabilidades políticas que, en el mejor de los casos, acaban en una dimisión del cargo para luego ser fichado por una empresa del Ibex, no quiero que los políticos tengan red, quiero que sean como yo (son como yo, deben ser como yo) y que si delinquen tengan el castigo que les corresponde como ciudadanos. 

La diferencia con la película es que aquí, los errores de unos los tapan los otros en la misma vida y las decisiones solo las toman ellos. Y así no vamos bien.







viernes, 22 de noviembre de 2013

Blue Jasmine - Woody Allen y la realidad


Cuando los críticos de cine no se ponen de acuerdo sino que tienen opiniones contrarias es casi seguro que, al menos, nos encontramos ante una película polémica, que se presta a distintas interpretaciones, que se puede entender de una manera o de otra, que a unos gusta y a otros no; es decir, que nos encontramos ante una obra de arte y no ante una película plana y sin matices.
El cine es arte y en él, como sucede con la pintura, hay muchas formas de expresión: del realismo más fiel a la pintura de goteo. Y dentro de cada estilo hay obras maestras y auténticos bodrios, calificaciones que no dependen del gusto de quienes miran el cuadro, sino de la calidad de la obra: un cuadro realista pintado con mala técnica no gustará al mayor fan del realismo, y una imitación de Pollock no gustará a un amante del original.
Allen se mueve dentro del realismo, pero no por eso deja a veces de esparcer un poco de cine con regadera sobre sus películas, eso es precisamente lo que lo hace único y le ha valido la admiración de muchos aficionados al cine durante tantos años a película por año. A veces la regadera le juega malas pasadas y nos impide ver el realismo de detrás, pero otras hace que resalte lo que en realidad quiere contar.
Blue Jasmine tiene, quizá, más goteo que otras películas suyas, tanto que a veces puede ocultar lo que hay en segundo término, pero a veces también ayuda a realzarlo. Son goteo que oculta la realidad algunos de los personajes secundarios de la película, como los novios, tanto el de la protagonista como el de su hermana, pero son goteo que la realza otros como la señora del asiento de al lado de la protagonista en el vuelo inicial o el ingeniero de sonido con el que liga su hermana.

¿Y cuál es la realidad que subyace? Pues vendría a ser algo así como que la realidad no existe, porque todo el mundo parece estar capacitado para crear la suya propia y falsa:

  • La protagonista no se llama como dice llamarse, ni es quien le explica a su novio que es, y tampoco su exmarido hacía lo que decía hacer, ni en el trabajo ni en el matrimonio
  • A la hermana de la protagonista no le gusta la vida que lleva, pero quiere creerse ella misma que es la que quiere llevar, porque no se ve capaz de llevar otra-
  • El ingeniero de sonido al que la hermana conoce no dice ser quien no es, porque no dice nada, pero al final se descubre que no es quien se esperaba que era.
  • El novio de la hermana está luchando todo el rato por parecer alguien distinto al que en el fondo es, igual como su amigo bajito, que no se da cuenta de que su realidad y la de la protagonista nunca serán la misma.
  • El novio de la protagonista todo el rato parece que engaña, porque no puede ser verdad ese encuentro tan perfecto, pero al final resulta que sí era lo que parecía, pero nos ha tenido engañados media película
  • Y qué decir del dentista, cuya alucinación es tanta que hasta le pide a la protagonista que se tome unas pastillas para alucinar como él, que es incapaz de interpretar la realidad.

Bueno, no sé si estamos ante una historia que no interesa (como dice Boyero) o ante un guión perfecto (como defiende Martínez), pero lo que sí parece claro es que la película da bastante de sí, lo que no parece poco.

Y como último comentario: ¿subtitulada o doblada? La eterna pregunta, que en este caso también tiene dobles lecturas: si usted es capaz de entenderla sin leer un solo subtítulo, no tenga ninguna duda: véala en versión original. Ahora bien, si tiene que leer se va a perder el extraordinario repertorio de expresiones del rosto de Cate Blanchett, aunque a cambio tendrá que soportar el infame doblaje de cada una de las palabras que dice su hermana (Sally Hawkins), su novio y sus amigos.


La crítica de Boyero en El País

La crítica de Lluís Martínez en El Mundo


domingo, 27 de octubre de 2013

Mar Coll. Tots volem el millor per a ella: la vida como no queremos que hubiera sido.



He visto Tots volem el millor per a ella (Todos queremos lo mejor para ella) y he leído algunas críticas que me han dejado confundido, porque parece que yo he visto una película distinta a la de los críticos.
No quiero convertir este comentario en un spoiler, pero algo de la película tengo que contar, así que si alguien no la ha visto queda avisado.
Coincido plenamente con los críticos en que Nora Navas hace una actuación magistral. Esta mujer es una extraordinaria actriz, como ya demostró en Pa negre, películas de calidad muy alejadas de esas estúpidas comedias que TV3 tanto gusta producir y en las que ella había participado: Nora Navas estaba llamada a más altos vuelos y aquí la tenemos.

Ella es parte fundamental de la película, pero hasta aquí las coincidencias.
A mi no me pareció que Geni quisiera regresar a su vida anterior, a la "normalidad", y que su familia la ayude. ¿Qué parte de la película me perdí? Porque yo vi todo lo contrario: Geni, ahora, después del grave accidente, es cuando se da cuenta de la falsa vida que llevaba, es ahora cuando ve la realidad de sus relaciones familiares, es ahora cuando precisamente lo último que quiere es regresar a la "normalidad".

Veamos algunos ejemplos de lo que digo: 

  • Cuando no tiene con qué pagar un taxi y el taxista le pide que le deje algo en prenda mientras ella sube a casa para coger dinero, ella le deja el anillo de matrimonio. Ahí es nada lo que Geni quiere dejar atrás.
  • Y es que su marido la llama "peque", le da besos en la frente cada vez que ella intenta darle un beso en los labios, y no es capaz de tener relaciones sexuales con ella. Parece más que la trate como a una hija que como a una esposa.
  • Está claro que a Geni no le gustaba su trabajo de abogada, en cuanto puede deja de ir al bufete. En un momento de la película, mientras su hermana le redacta el currículo, Geni se pregunta en voz alta si quince años de trabajo de abogada es algo que está bien.
  • En el reencuentro con sus antiguos compañeros del Líceo Francés, no duda en tener un escarceo con un antiguo novio, al que dejó plantado y, según él, le rompió el corazón. Da la impresión de que Geni no quería ser el tipo de mujer en el que acabó convirtiéndose: la abogada casada con un arquitecto que viven en Pau Casals. Sin duda ella hubiera preferido otra cosa.
  • Pero, claro, ahí estaba ese padre autoritario y malhumorado, que aún ahora no hace más que reñir a su hija de casi cuarenta años, algo que, seguramente, había hecho siempre. A Geni, sin duda, le ha resultado difícil sobrevivir a un padre así, y seguramente más desde la muerte de su madre, veinte años atrás.
  • Y también está su hermana, siempre con ansias de protagonismo, que no soporta que ahora su hermana sea el centro de atención por su accidente, lo que queda patente en la escena en la que explica que a ella también le hubiera gustado viajar por el mundo o en su vestido durante la cena familiar por navidad en la casa de la montaña.
  • El papel de Mariana a mí no me parece un fallo, sino un completo acierto, por lo que tiene de catalizador en Geni: Mariana es de ese tipo de mujeres que han quedado ancladas en no se sabe qué momento de la adolescencia y sigue sin madurar. Geni verá en Mariana lo que ella quería haber sido muchos años atrás y no pudo o no supo. La ilusión de Geni, frustrada por la enfermedad de su madre, era ir a dar la vuelta al mundo con Mariana. Es tanto lo que pesa aquello que no hizo, que en la fiesta en el Liceo explica que realmente hicieron aquel viaje. Durante un tiempo, Mariana será el pasado que regresa, las posibilidades de realizar aquello que no pudo y acabará colgada de ella, hasta que Mariana, inestable, la abandona de nuevo y Geni tendrá una nueva dosis de realidad: aquella vida no volverá y Mariana nunca llegó a conseguir aquello que se propuso, no es la heroína a la que Geni admiraba.
  • Pero tampoco la que tiene ahora la satisface, no quiere estar junto a ese marido que le pone pomada en la herida y la protege como si fuera una niña, no quiere nada de lo que tiene. No quiere que todos quieran lo mejor para ella.
  • Sin embargo, con todo lo que he dicho, no quiero dar a entender que me parezca que Geni sea una mujer a la que los demás no comprenden porque no quieren. Tampoco para los demás es fácil la situación. Ha pasado casi un año desde el accidente de Geni y, se supone, que ahora es cuando mejor está desde entonces, por lo tanto, podemos imaginar que ni su marido ni su padre ni sus hermanas han vivido una situación fácil, pero, entiendo, una de las cosas mejores de la película es ese sugerir más que mostrar, ese saber hacer que no se vean los mimbres, ese intento de meterte en una situación difícil, para que también el espectdor, como la propia Mar Coll dice, quiere también lo mejor para ella.

Y, nada mejor que leer la opinión de la propia directora.


domingo, 13 de octubre de 2013

Artur Mas y la Cruzada de Franco. ¿Beatificará Merkel a los soldados del bando nazi muertos durante la Segunda Guerra Mundial?

¿Se imaginan al gobierno alemán y al papa beatificando a los soldados del bando nazi muertos durante la Segunda Guerra Mundial?

La Iglesia Católica tiene ahora un jefe supremo que se hace llamar Francisco en honor a un santo que gusta a la mayoría, que hace declaraciones que inquietan a los sectores más conservadores del catolicismo y que, dicen, tiene gusto sencillos como el de lucir un gran anillo de plata en lugar de un gran anillo de oro. Muchos son los que afirman que los tiempos están cambiando gracias al pontificado de este argentino del que no se sabe muy bien qué hizo durante las dictaduras de su país, porque hay versiones contradictorias, pero que, dicen también, está decidido a poner al día a la iglesia católica (aunque las mujeres tendrán que esperar a otro para poder dejar de ser una parte secundaria de ella).

Cataluña tiene ahora un jefe supremo que se llama Artur, que está empeñado en pasar a la historia como el hombre que condujo a su pueblo a la liberación nacional, mientras confía poco en lo que hace su propio gobierno ya que, por ejemplo, sus hijos han estudiado en el Liceo Francés y no en una de las escuelas públicas de las que él es el principal responsable. Tan poco apego parece tener a esa tierra que tanto dice defender que incluso la boda de su propia hija tuvo lugar fuera de Cataluña, concretamente en las Baleares. Mas también es conocido por haber negociado el contenido del estatut con el anterior presidente del gobierno español a espaldas del entonces presidente de la Generalitat, demostrando así un no loable respeto por sus propias instituciones de gobierno, y por mantener secretas negociaciones de no se sabe bien qué con el actual. Otro de sus méritos es el de haber sabido montar un tinglado de mucho cuidado al organizar unas elecciones con el único fin de obtener una mayoría absoluta que no solo no consiguió sino que lan llevado a la coalición que preside a perder el primer lugar en intención de voto por primera vez en muchos años.

España tiene un gobierno del ala más derechista y autoritaria que se pueda encontrar, elegido como repulsa al mal gobierno anterior (del ala más derechista de la izquierda que se pueda encontrar) por una ciudadanía enfadada pero no informada, que ha dado todo el poder a quienes nunca se lo debería dar porque les gusta demasiado la semejanza entre absoluto y absolutismo, como ya llevan años demostrando. Todas las leyes que el gobierno del PP ha promulgado han ido encaminadas a recortar libertades, derechos e ingresos de aquello que les votaron y así contentar a los sectores más reaccionarios del capital y la iglesia, que por algo le dan soporte; pero como desde hace también muchos años han tenido la precaución de sustituir la educación que lleva al criterio propio por la superchería que lleva a la ignorancia, todavía es incluso posible que en las próximas elecciones vuelvan a ganar.

¿Qué tienen en común estos tres elementos? Bueno, de entrada, todo, pero hoy, especialmente, el hecho de haberse reunido (el papa, moderno, de forma virtual) para beatificar a 522 "mártires" de la guerra civil española.
Y, bueno, tal vez alguien piense que eso es lo esperable en la derecha española, que nunca salió de las cavernas, o de la iglesia católica, que prefiere que sigamos en ellas, pero de Artur Mas, ese hombre que quiere ver proclamada a Cataluña como un país independiente porque entonces esto será el paraíso, no parecía esperable que acudiera a un acto de legitimación del golpe de estado de Franco.

Pero, claro, Artur Mas es algo más que ese dirigente visionario. Mas es ese tipo engreído que imagina que tiene una barbilla de universitario americano, pero que en realidad se parece más a la del protagonista de American Dad. Mas es ese tipo que mantiene a Felip Puig en el gobierno, después de que este se comportara como Arias Navarro en el cargo de interior, y que ahora afirma cosas como que si Cataluña fuera independiente el paro bajaría, plis plas, a la mitad. Mas es ese tipo que mantiene como vicepresidenta de su gobierno a Joana Ortega, aun sabiendo que mintió sobre su currículo universitario. Mas es ese tipo que tiene la sede de su partido embargada porque todavía no ha podido conseguir que se acaben las sospechas sobre su participación en el caso Palau, aunque está en ello. 
Pero es que Mas también es ese tipo que se cree el profeta que va a cruzar con su pueblo el Mar Rojo y llevarlo a la tierra prometida, y ahí entronca mucho más con toda esa tradición, tan profundamente española (¡ay!) de la espada y la cruz, que nos ha llevado a ser uno de los países más atrasados culturalmente del mundo.
Y es que, en el fondo, la fe nacionalista y la fe religiosa han ido siempre de la mano, porque son tantas las similitudes entre ellas que se puede fácilmente pasar por alto que se esté homenajeando una dictadura que acabó con las libertades de toda España, incluida Cataluña, y acudir a un acto de pura exaltación de un golpe de estado asesino sin que se le descomponga el tupé.

lunes, 7 de octubre de 2013

Relato (verídico). Quiero irme de aquí

Quiero marcharme de este país, y me refiero a España, en general, incluyendo sus posibles futuras repúblicas secesionistas, porque no encuentro ninguna diferencia entre el todo y las partes, más allá del idioma.

Ya sé que he tenido motivos suficientes para hacerlo desde hace tiempo, pero siempre hay una gota, a veces casi insignificante, que llena el vaso, y hoy se ha llenado.
Que ya estaba casi hasta arriba lo prueba el hecho de que desde principios de este año he seguido diversos cursos de profesor de español como lengua extranjera (ELE, como se los conoce) en el Instituto Cervantes y ahora quiero matricularme en otro que organiza la Universidad de Alcalá de Henares, porque me parece una vía de poder marcharme al extranjero con la esperanza de encontrar un trabajo, que además intuyo que me gustaría.

Pero las cosas, en esta monarquía kafkiana en la que vivimos, no son fáciles, amigos.
Resulta que uno de los requisitos que la Universidad de Alcalá impone para poder matricularse en dicho curso es el de que se les remita una fotocopia compulsada del título de licenciado. Sí, así, con todas las palabras, como si estuviéramos en el siglo XIX y no en el XXI (tal vez se les haya movido una X del sitio).
Bueno, a fin de cuentas no será una cosa tan difícil, pienso; anticuada, pero no difícil.
Tras tres o cuatro llamadas soy capaz de saber a qué dirección de la Universidad de Barcelona puedo acudir para efectuar el trámite. El edifico se llama Pabellón Rosa y está en el bonito parque de la Maternitat en Barcelona, lo cual me parece un buen augurio.
Craso error. Acudo allí a las 16.10 de hoy lunes, el único día que atienden por la tarde (¡qué lujo!) y solicito la compulsación (¡qué palabra!).
-Enséñeme el título.
Se lo enseño.
-Lo siento, no podré hacerlo, porque el título no está expedido por la Universidad de Barcelona.
-Pero yo estudié en la Universidad de Barcelona.
-Sí, pero el título lo emitió el Ministerio de Educación y Ciencia, y tenemos normas muy estrictas al respecto. Tendrá que ir a la Delegación del Ministerio.
Me la la dirección y un par de teléfonos y se despide entre disculpas.
Miro el reloj, seguro que antes de las cinco llego, son solo algunas paradas de metro, pero mientras camino hacia la estación me dedico a llamar a los teléfonos que me ha dado, para no hacer el viaje en balde si solo atienden por las mañanas. Inútil, llamo unas veinte veces, pero o no contesta nadie o comunica (qué misterio, ¿no?).

Llego a la calle Vergara (Bergara en catalán, que nadie se confunda).
En la puerta hay un vigilante jurado y un escáner.
-¿Qué desea?
-¿Esto es la Delegación del Ministerio de Educación?
-Sí, pero si quiere ir a la planta quinta el horario es de 9 a 14
-No sé a qué planta quiero ir, quiero que me compulsen la fotocopia de un título universitario.
-Hagamos una cosa, pase lo que lleva por el escáner y pregunte en el registro, porque a lo mejor se lo pueden hacer allí.
Pongo mi cartera y mi título en el escáner y paso por el arco. Entonces descubro que agazapado tras el escáner hay un guardia civil, que es el que controla las imágenes, debe de ser protocolario. Bueno, mejor aburridos que estresados, pienso.
Entro en la habitación que me ha indicado y hay una persona de unos cuarenta años hablando con un señor de unos sesenta que ya se despide.
La persona de unos cuarenta años se acerca a mí y me dice:
-¿Qué quiere? Y sepa que estoy muy cabreado, pero no lo voy a pagar con usted -me grita, a pleno pulmón, en tono de broma, pero aún así me palpita con fuerza el corazón.
-Quiero que me compulsen una fotocopia.
-¿Para qué la necesita?, si es que puedo preguntárselo.
-Claro. Para enviarla a la Universidad de Alcalá.
-Bien. Ahora podrá pasar dentro, pero le van a decir algo que no le molará (sic): aquí no entregamos fotocopias compulsadas, solo las tramitamos interiormente.
-¿Y eso qué significa?
-Nada, nada, pase a la mesa número dos, al final del pasillo a la derecha. Y -grita de nuevo, a un palmo de mi cara- recuerde que le he dicho que estoy muy cabreado pero que no lo iba a pagar con usted
Entro en la estancia indicada, es un largo pasillo bastante ancho, que luego se ensancha aún más. En el primer tramo hay dos mesas (la uno y la dos, claro). En la primera hay un hombre de pelo rizado que aparentemente no hace nada, en la segunda hay una mujer con gafas que aparentemente me espera.
Musita algo que no entiendo y me dirijo a ella en catalán. Ella contesta en castellano. A mí me da lo mismo, porque soy cualquier cosa menos nacionalista, pero pensaba que los funcionarios tenían la norma de contestar en el idioma co-oficial en el que se les dirigieran.
Explico mi situación.
Me dice que si quiero una fotocopia compulsada tengo que ir a un notario.
En aquel momento no puedo más y me da un ataque de risa histérica irrefrenable.
-No me lo puedo creer, digo y repito, mientras la mujer me mira con cara de pensar que tiene ante sí a un lunático.
-¿Para que lo quiere?
-Para enviarlo a la Universidad de Alcalá.
-No será una universidad privada, ¿verdad?
-Creo que no.
-Ni una fundación.
-Bueno,lo gestiona una entidad que se llama Liceus, pero el curso es de la Universidad de Alcalá, digo, y enseguida me doy cuenta del grave error: demasiada información para que la pueda procesar.
-Pero eso es privado.
-No, no. Olvide los de Liceus, es para la Universidad de Alcalá.
Busca algo en su ordenador, pero al parece no lo encuentra, entonces se levanta y se marcha, hacia el interior de la estancia.
Al rato vuelve con una señora mayor que ella, con collar.
Hablan sobre el delicado tema. Al final la señora del collar dice que si es para la Universidad de Alcalá no hay problema, porque es pública.
La señora del collar se marcha. La de las gafas me pregunta:
-¿Trae la instancia?
Reprimo la risa y el llanto.
-No. No suponía que tuviera que traer ninguna instancia.
Me da una. Soy un tipo afortunado.
La relleno. Ella la recoge, la pasa bajo una máquina que la marca con una fecha y una leyenda. me entrega una copia, o el original, ya no lo sé.
Coge mi título, la fotocopia, las mira y finalmente pone un sello en la fotocopia y me devuelve el título.
-¿Y dónde va a enviarla?, pregunto.
-A la dirección principal de la Universidad. Al Rectorado, en el Colegio de San Ildefonso.
-Ah, bueno. Pues muchas gracias por todo.
Salgo a la calle y me despido del guardia jurado, del guardia civil y del señor cabreado, que están los tres junto a la puerta, fumando.

Llego a casa. Llamo a las dos responsables del curso que figuran en la web, una de la Universidad, la otra de Liceus, para explicarles que no pagaré la matrícula a menos que me aseguren que la fotocopia ha llegado a su destino final, no vaya a ser que pague y luego me digan que me falta un papel fundamental y me quede sin curso y sin dinero, pero es en vano, porque ambas tienen horario solo de mañana.

Luego intento despertarme del sueño, pero es inútil, porque ya estoy despierto.

viernes, 2 de agosto de 2013

Rajoy: recto, honrado e ignorante de lo que sucede a su alrededor.

Premisa primera: el presidente del gobierno, Mariano Rajoy, en su comparecencia de ayer en el Senado, dijo que era una persona recta y honrada y cuyo único defecto era, según dejó entrever, no enterarse de nada de lo que pasaba a su alrededor y fiarse de quien no debía.

Premisa segunda: la mayoría de los españoles (concepto que él usa muy a menudo a su antojo, sin ningún conocimiento de causa, cuando dice aquello de lo que preocupa a la inmensa mayoría de los españoles es esto o lo otro) no tiene confianza en él.

Conclusión: ¿No piensa que sería coherente con ser una persona recta y honrada, dados los datos que muestra el CIS en su barómetro de julio (puede consultarse en: Barómetro de julio de 2013), dimitir porque no goza de la confianza de sus ciudadanos?

Rajoy siempre dice que se necesita probar lo que se dice (aunque él no pruebe nada y solo repita machaconamente su versión de los hechos). Aquí van algunas pruebas, según los datos del CIS:

Mariano Rajoy, presidente del gobierno, merece poca o ninguna confianza al 85% de los españoles.

Solo el 0,4% de los encuestados opina que la gestión que está haciendo el gobierno del PP es muy buena, mientras que el 68,9% opina que es mala o muy mala.

En cuanto a la valoración de los ministros del gobierno, la nota más alta corresponde a Miguel Arias Cañete (al que solo conoce el 65% de los encuestados), con un claro suspenso del 3,25 y cierra la clasificación José Ignacio Wert (el de las nota mínimas para las becas), con un 1,58.

En intención de voto (intención + simpatía) el PSOE se sitúa por delante, pero con un pobre 18,6%, mientras que el PP se queda en un 16%. En esta pregunta triunfa con claridad el partido Ninguno, con un 29,3% de las opiniones.

¿Se puede ser una persona recta y honrada y seguir mandando (gobernar es otra cosa) en una situación así?
Por supuesto, siempre y cuando uno no se entere de nada, que es lo que pasa según nuestro presidente.

domingo, 14 de julio de 2013

¿Importa algo que Rajoy dimita?




En estos momentos de total deforestación del bosque que constituye el Estado social de bienestar, poco importa que Bárcenas tire de la manta o que se cobije en ella, ni que el mundo entero pida la dimisión de Mariano Rajoy por haber encumbrado y mantenido en su puesto a un hombre al que sus propios colaboradores califican de delincuente, ni siquiera aunque Bárcenas fuera el recaudador de dinero de empresas a cambio de favores para el Partido Popular, ni si hubiera repartido sobresueldos ilegales en cajas de puros.



¿Importa que siga siendo el Presidente?
¿A alguien le importa que
siga siendo el Presidente?
Nada de eso importa. Ni importaría si Rajoy dimitiera, porque lo que realmente importa es que al Partido Popular le quedan dos años de legislatura para poder seguir aprobando leyes en favor de la banca, las grandes empresas y la iglesia católica y en contra de todos los demás, incluso de quienes les votaron y de algunos que hasta repetirían.
Le quedan dos años para tomar decisiones que quizá no tengan vuelta atrás, o que si la tienen será dentro de muchos años y a costa de mucho dinero de los contribuyentes, que no somos todos, hay que recordarlo.
Durante estos dos años, el Partido Popular:


  • perjudicará a los pensionistas y a los desempleados, dificultando su acceso a pensiones y prestaciones y rebajándoselas
  • Está modificando la ley del aborto, endureciéndola de acuerdo con los criterios de la más rancia iglesia católica.
  • Está modificando la ley de educación, dando preeminencia de nuevo a los contenidos impuestos por la iglesia católica. 
  • De forma general: la iglesia católica vuelve a dictar la política de nuestro país en aspectos clave.
  • Modificará la política hidrológica, y si construyen algún trasvase a ver quién lo desconstruye luego.
  • Está modificando la ley de costas, para que los constructores puedan seguir estropeando el litoral del que podrían gozar generaciones futuras a cambio de beneficios inmediatos que impedirán otros posteriores, porque nadie querrá visitar unos paisajes tan degradados.
  • Está modificando el poder judicial, politizándolo en beneficio propio y nombrando magistrados afines en puestos clave, para que dicten sentencia en su favor cuando llegue el caso. Tanto por lo que se refiere al poder judicial como al aborto, se está demostrando que Ruíz Gallardón es uno de los ministros más retrógrados que ha tenido España, franquistas incluidos.
  • Seguirá ayudando a los bancos con nuestro dinero, en lugar de hacer pagar a sus dirigentes por los desastres cometidos.
  • Seguirá con su estrategia de enfrentamiento de todos contra los catalanes, como si no conociera cuáles pueden ser las horribles consecuencias de provocar enfrentamientos nacionalistas, con la única intención de amalgamar a los ciudadanos del resto de comunidades en torno a su caciquil líder y mantener así esa parcela de poder territorial.
  • Y muchas cosas más, que sería prolijo relacionar aquí y que todos conocemos




¿No tendría más votos
esta cara retocada
que la de Mariano tal cual?
Pero es que, además, Si Rajoy se marchara, ¿alguien piensa que habría elecciones anticipadas? Ya les digo desde ahora que no, y les explico el argumento: en estos momentos de una situación económica tan delicada, lo que importa es la estabilidad y agotar la legislatura, para tranquilizar a Europa y los mercados, por lo tanto, Soraya Sáenz de Santamaría es nombrada presidenta del gobierno y aquí paz y después gloria.



Esto, además, tendría varias ventajas para el Partido Popular: una, daría una lección de democracia y transparencia al prescindir de un líder vinculado (o imputado, a saber) con un caso de corrupción; dos, sería el que habría nombrado a la primera mujer presidenta de gobierno en España, lo cual, entre otras cosas, le daría bastantes más votos en las próximas elecciones que si siguiera presentando a un Mariano Rajoy absolutamente desgastado y falto de credibilidad. Así que, casi mejor que no pidamos su dimisión, porque de conseguirla quizá tuviéramos unos cuantos años más de gobierno del Partido Popular.

sábado, 6 de julio de 2013

La invención del amor, de José Ovejero. La mejor oferta, de Giuseppe Tornatore

Hay novelas redondas que aumentan en el lector su afición a la lectura, que le sostienen la confianza en que, entre tanta oferta de mucho ruido y pocas nueces, siempre podrá encontrar alguna historia buena y bien contada que le entretendrá, emocionará y le hará reflexionar sobre las cosas de la vida.
La invención del amor, es una de esas novelas que lo tienen todo para satisfacer a ese lector que busca bucear en lo más hondo de sí mismo mientras lee historias sobre vidas ajenas inventadas, al tiempo que se lo pasa bien porque el relato es ameno e intrigante.
Su autor, José Ovejero, es uno de los grandes escritores españoles de la actualidad, aunque quizá no sea uno de los más conocidos. Un hombre versátil, que escribe ensayo tan bien como narrativa (y que, creo, debutó con un poemario) y que en esta novela, en mi opinión y aunque parezca exagerado, ha alcanzado una de las cumbres de la literatura española. Si es así o no es algo que el tiempo dirá, pero mi impresión es la de que me he topado con una obra perdurable, porque es de una densidad considerable y no un producto líquido que desaparezca por el desagüe nada más ser leído.
 
Ha querido la casualidad (¿existen las casualidades?) que terminara de leer esta novela el mismo día en que vi la película La mejor oferta, de Giuseppe Tornatore, dándose la circunstancia de que los dos personajes femeninos de ambas obras se llaman igual: Clara en la novela, Claire en la película.
No es en lo único en que ambas obras se parecen: las dos son retratos, detallados y completos, de hombres solos, de poca conexión social con el mundo en el que viven; ambos parecen sentirse más cómodos encerrados en su propio mundo que habitando el común con los demás. No es que sean unos solitarios, en el sentido de no relacionarse con la gente, ni mucho menos (uno tiene un trabajo público y el otro parece tener un largo historial con mujeres) sino que lo son en el sentido de no querer que su vida se mezcle mucho con la de los demás, no fuera a disolverse su esencia.

Pero a ambos les cambiarán las cosas cuando se topen con Clara/Claire, también dos mujeres muy parecidas, porque ambas están ausentes (aunque de forma bien distinta, que no voy a desvelar aquí, no quiero ser un spoiler para quien no haya leído o visto sus historias) y ambas son capaces de, con su ausencia, remover el yo profundo de los protagonistas masculinos y hacerlos salir de su caparazón para enfrentarse al mundo sin protección. El resultado tampoco lo escribiré aquí, pero sí que puedo contar que el viaje que ambos realizan es extraordinario, dotado de una coherencia interna que pocas veces se da en el campo de la narrativa, tanto escrita como visual, y que acompañarlos en él es sumamente gratificante para quienes contemplamos cómo evoluciona su vida mientras vamos viendo parecidos y diferencias con la nuestra y pensando sobre ello.


¿Se puede pedir más?

jueves, 23 de mayo de 2013

Que viene el coco

Tan ignorantes e ingenuos somos en este país que todavía creemos en el coco, que aún funciona como un elemento para meternos miedo si no nos tomamos la medicina.


Por eso cuesta tanto pensar que cualquier nueva ley de educación que pergeñe un gobierno, en especial de la derecha católica, vaya a servir para mejorar nuestra capacidad de raciocinio: sencillamente no les interesa tener una ciudadanía preparada y, por lo tanto, crítica. De otro modo no sería posible que la Comisión episcopal española dijera que "la enseñanza religiosa escolar ha de hacer presente en la escuela el saber científico, orgánico y estructurado de la fe", sin que todo el país riera a carcajadas, porque cualquiera que tenga no ya el mínimo conocimiento científico, sino el mínimo conocimiento religioso, sabe que juntar fe y ciencia es un oxímoron, puesto que por definición la fe no es científica, la fe es una creencia, es decir, una certeza no basada en hechos probados ni probables.

Y, puesto que la religión parece llamada a ocupar de nuevo un lugar importante en esta sociedad, como garante del orden establecido so pena de que caiga sobre nosotros toda la furia celestial (no confundir con el cambio climático), el Partido Popular ha decidido también llevar esta estrategia al terreno de la política, utilizando el viejo "que viene el coco" para que nos conformemos con las medidas regresivas que está aplicando.
No es ningún invento suyo, no tienen tanta originalidad, cualquier asalariado sabe cómo se negocian los convenios colectivos en una empresa: la patronal tiene unos objetivos concretos, pero propone cosas adicionales absolutamente disparatadas, que finalmente retira y cuela lo que realmente quería, y encima con el alivio y contento de los trabajadores. Por ejemplo, si quiere conseguir una rebaja salarial del 2%, en su propuesta de convenio indica que va a despedir a un número importante de trabajadores, recortar las vacaciones y aumentar la jornada de trabajo. Entonces los sindicatos se muestran indignados hasta que consiguen que la empresa renuncie a todo salvo la rebaja salarial del 2%, y los trabajadores contentos.



Siguiendo esta táctica es como está preparando su ley del aborto el muy retrógrado ministro Gallardón: filtra algunos despropósitos, como que la malformación del feto no será motivo de aborto legal, enciende a la población y finalmente retira la propuesta, como si hiciera caso a las presiones, con lo que acaba teniendo lo que en realidad quería, una nueva ley que supone un serio retroceso con respecto a la actual, y que encima aceptaremos como un triunfo.









En la misma línea ha aparecido en escena (Antena 3) Aznar, el auténtico coco para multitud de españoles, amenazándonos con su arma de destrucción masiva, para que acabemos agradecidos por tener como jefe de gobierno a Rajoy, un hombre que está desmantelando el estado  no confesional y social  que teníamos mientras construye un estado nacional católico tutelado por lo más retrógrado de la jerarquía eclesiástica, mientras nosotros nos mostramos aliviados por no tener como presidente del gobierno al coco, con el que, por cierto, tal vez acabáramos estando mejor, ya que quizá por fin haríamos algo para enfrentarnos a estos deimonónicos gobernantes que están desmontando todo lo que tanto nos había costado montar y NO hay motivo para hacerlo, puesto que no se trata de que falte dinero  para las políticas sociales, sino que se está repartiendo de otra manera, entre ya sabemos quiénes



sábado, 11 de mayo de 2013

Stoker, una película esencial




Hay películas en las que pasan mil cosas a un ritmo endiablado, unos mueren otros matan, hay grandes viajes y aventuras, amores y desamores, fidelidades y traiciones, saltos en el tiempo y en el espacio que nos mantienen clavados en la butaca como hipnotizados, pero en cuanto atravesamos la puerta de salida lo que nos preocupa es saber si llueve o si encontraremos un taxi para regresar a casa, porque todo lo que hemos visto se proyectaba en la pantalla, pero no de la pantalla hacia nosotros.

Stoker, la primera película americana del coreano Park Chan-wook, no es así, porque todo lo que sucede en ella vuela directamente hacia nosotros, impregnándonos de su esencia entre morbosa y sexual, entre terrorífica y amorosa. Sin necesidad de que estén pasando cosas todo el rato, simplemente intuyendo que algunas pasarán, o viendo como otras efectivamente pasan, pero solo cuando deben, ni antes ni después, el director coreano nos invade con esta obra maestra, que no nos abandona al salir del cine, sino que continúa con nosotros, tal vez para siempre.
Porque Stoker no es una película cualquiera, es una historia intrigante contada de una manera excepcional en cuanto a las formas, que al final, en un arte tan visual como el cine, definen el contenido. El argumento de Stoker es bueno, pero en definitiva no es novedoso, lo que realmente es novedoso es como Park Chan-wook nos lo cuenta: cada plano importa, cada gesto, cada palabra.
Hay secuencias extraordinarias, con una tensión excepcional, algunas de ellas ante un piano, que no parece un objeto destinado a crear mucha tensión, pero la maestría del director consigue que nos quedemos atenazados, esperando. También hay algunos planos no consecutivos que, de forma extraordinaria, nos ayudan a ponernos en la piel de los personajes, especialmente los que nos muestran a India abriendo el congelador: ella no acaba de creer lo que ve, igual que nosotros los espectadores, por eso vuelve a abrirlo en otro momento y vuelve a mirar, también como nosotros: juntos nos hacemos cargo de la realidad.
El ritmo, los decorados (¡qué casa!, ¡qué casa!), los personajes secundarios, las interpretaciones, los paisajes: todo es insustituible, la historia no podría ser contada en otra parte ni interpretada por otros actores.

Espléndidas actuaciones las de todos ellos. Las críticas hablan en primer lugar de Nicole Kidman, yo no lo haré, quiero destacar ante todo la extraordinaria Mia Wasikowska, una joven actriz cuya gran capacidad la está llevando a trabajar en numerosas películas, en general espléndidas. Fue, nada menos, la Alicia en el país de las maravillas de Tim Burton en la que, hace tres años, encarnaba a un personaje de más edad (19 años, entonces la suya) que el de India en Stoker, que solo tiene 18, pero lejos de parecer una mujer mayor embutida a presión en un personaje más joven, el aspecto de Mia Wasikowska y su manera de actuar hacen de ella una excelente elección, quizá mejor que si hubiera interpretado su papel una chica de 18, porque Mia sabe dotar a su personaje de la ambigüedad necesaria que requiere.

Mathew Goode, el tío, es la segunda gran elección. Dotado de un físico también perfecto para el papel, con esa mezcla de ironía y belleza exótica, siempre parece estar escondiendo algo, pero siempre nos cae simpático, se lo podríamos perdonar todo. Excelente en la ya añeja Match Point, de Woody Allen, rodó también Retorno a Brideshead, otro personaje hecho para su físico.

No voy a dejar de lado a Nicole Kidman, en su, para mí, mejor papel desde que hizo Los otros, de Amenábar. Su evolución, desde la fría distancia hasta la implorante necesidad, es espléndida, su mirada va marcando el momento emocional de la película. Excelente recuperación de una actriz demasiado a la deriva.

Pero todos los secundarios están excelente, demostrando que el director coreano sabe elegir y dirigir, cosa nada fácil. Y, de entre ellos, me gustaría destacar a Ralph Brown en el papel del sheriff: está excelente en sus contadas apariciones. Impagable su reacción cuando Charlie le pregunta si quiere que le escriba el nombre en italiano de la ópera que él y su sobrina veían en determinado momento.

Otra cosa: la versión original es imprescindible, siempre es fundamental, pero en Stoker la modulación de las voces forma parte de la película tanto como cualquier otra cosa: esas voces bajas, graves, susurradas, tanto para amar como para amenazar no son concebibles en un doblaje.

Stoker es una de las películas más brillantes de los últimos años, dentro de un tiempo se utilizará como referencia, como ahora se habla de Vértigo o de la Sombra de una duda (ambas de Hitchcock). No hay que perdérsela para saber por qué.

domingo, 21 de abril de 2013

Carmen Polo y María Dolores de Cospedal, tanto monta monta tanto

No aportaría nada nuevo si insistiera en el abusivo uso que se hace últimamente del adjetivo nazi para calificar la actuación de un rival político, pero puesto que María Dolores de Cospedal, una de las personas del Partido Popular que lo usan con impropiedad, ha olvidado sus clases de historia, si es que alguna vez las tuvo en su tan sesgada memoria, o las recuerda pero las manipula (no sé qué es peor si tener a una gobernadora ignorante o mentirosa), pienso que no estará de más recordarle que Hitler llegó al poder siguiendo los cauces legales y democráticos de la Alemania de la posguerra de la Primera Guerra Mundial, y que fue aprovechando ese legítimo poder como transformó el estado alemán hasta convertirlo en el más atroz de los estados totalitarios (con permiso de Stalin).

María Dolores de Cospedal ha dicho que quienes se manifiestan ante las casas de diputados de su partido están violentando el voto, como si lo que los votantes eligieron en las urnas hace un año y medio fuera una opinión inamovible y una carta blanca para que el gobierno del Partido Popular actúe a su antojo, ¿tal como hizo Hitler cuando obtuvo el poder? Bueno, me abstendré de hacer un comentario de este estilo, pero despreciar la opinión de los demás o aprovechar una mayoría parlamentaria para gobernar solo en favor de unos pocos afines a los intereses del gobierno es más propio de una dictadura que de una democracia.


Claro que, a la vista de la afición de Cospedal a lucir mantillas y collares como los que solía llevar puestos (y no pagados) Carmen Polo de Franco (la mujer de Franco, por si en los colegios ya no se enseña quién fue el dictador ni cómo se llamaba su mujer), no creo que na die le extrañe su afición a:

  • no decir verdades (como hizo con sus liadas declaraciones sobre el caso Bárcenas).
  • impedir de facto que personas sin recursos sean diputadas por la vía de no recibir salario por su trabajo
  • dictar leyes que favorezcan los negocios de su marido
  • declararse católica y acudir a ver al papa pese a haber sido madre soltera por decisión propia.
  • etc. Estaríamos hasta mañana...

miércoles, 6 de marzo de 2013

Cercenar la libertad de expresión es el primer paso de las dictaduras.

Cuando las dictaduras dictan leyes en contra de sus ciudadanos siempre dicen que es por su propio bien, disfrazando de paternalismo (ya de por sí grave) lo que es pura coerción.
Poco a poco, el Partido Popular va demostrando su instinto dictatorial, aprovechando una mayoría absoluta que nos va a costar muy cara, porque ha llegado en el peor momento y cuyas consecuencias serán irreversibles. Ya sea promulgando leyes o con actuaciones más cotidianas, que muchas veces es donde se demuestra el auténtico espíritu de quien las practica.
  • Es práctica dictatorial que Montoro, ministro de Hacienda, no lo olvidemos, acuse de delitos a actores y parlamentarios, de forma general, sin decir nombres, difundiendo así la sospecha sobre todos ellos, mientras calla y esconde lo que está sucediendo en su propio partido.
  • Es práctica dictatorial ofrecer ruedas de prensa y no permitir preguntas, como han hecho desde el propio presidente Rajoy hasta la ministra de sanidad, Ana Mato.
  • Es práctica dictatorial no dar explicaciones sobre los casos de corrupción que afectan al Partido Popular, porque atenta contra el derecho a la información que tienen todos los ciudadanos, muchos de ellos votantes suyos, y porque, además, permite que sigan gobernando personas que probablemente acabarán condenadas por delitos que les imposibilitarían formar parte de gobiernos.





La lista sería, sin duda, larga, pero la actuación de Ruíz Gallardón de hoy puede que sea de las más peligrosas. Este ministro, reprimido y falto de confianza en sí mismo por el gran peso de la sombra de su padre, y que un día alguien nos quiso hacer creer que era progre, va demostrando cada día qué clase de halcón es en realidad.
Hoy, a propósito de la dimisión forzada del fiscal general de Cataluña por opinar, ha dicho que jueces y fiscales "tienen limitaciones en su libertad de expresión que no tienen el resto", limitaciones que se establecen "en garantía de su propia función" (Declaraciones de Gallardón).
Llega a decir esto un imán de cualquier país musulmán o un miembro del gobierno cubano y aquí estarían todos los demócratas rasgándose las vestiduras por tamaño atentado atentado contra la libertad de expresión.
Normalmente, un gobierno democrático acaba convirtiéndose en dictatorial cuando cercena la libertad de expresión y cuando cambia las leyes para evitar se desbancado del poder.
Ahí andamos.