martes, 9 de agosto de 2011

Los disturbios de Londres y las elecciones del 20-N

Siempre me ha resultado sorprendente la facilidad con la que los electores eligen a quienes les perjudican en cuanto llegan al poder. Ahora tenemos el claro ejemplo del Reino Unido, en donde Cameron fue elegido no hace mucho y donde la gente ya se ha dado cuenta de lo que ha significado para ellos que los conservadores estén al mando.
Sucede que la izquierda no lo hace bien y entonces el electorado se cansa y decide pasarse al otro bando pero ¿algún trabajador del Reino Unido pensaba que votando a la derecha las cosas irían mejor para él? Creo que si antes de echar una papeleta en una urna se reflexionara un poco, ningún asalariado votaría a una opción de derechas, pero a los humanos nos dirigen más las pasiones que las reflexiones y cuando uno está cabreado con los que mandan pues vota a los otros y se acabó.

El problema es que algunas importantes decisiones que toma la derecha cuando está en el poder son irreversibles: cuando un gobernante decide privatizar lo que era de todos es prácticamente imposible que haya un camino de retorno. Si se privatiza la sanidad, los transportes, la educación o las pensiones luego ya nadie se atreve a revertir la situación salvo que los nuevos propietarios hayan exprimido tanto aquello que les han concedido que lo hayan llevado a la quiebra y al Estado no le toque más remedio que volver a invertir dinero público en ello. Y lo que pueden tener por seguro todos sus usuarios es que cuando un servicio se privatiza va ser más caro y peor siempre.

Las medidas que ha tomado Cameron desde que está en el poder han sido contrarias a los intereses de los trabajadores, lo cual no es una sorpresa, porque es un hombre de derechas que lidera un partido de derechas. Dada la situación económica actual, cuando todo el peso de la crisis se hace recaer sobre los más débiles mientras contemplan cómo grandes corporaciones, bancos, fondos de inversión y poseedores de grandes fortunas en general ven incrementados sus beneficios con la inestimable ayuda de agencias de rating y organismos económicos varios (FMI, BCE,…) lo más normal es que llegue un momento en el que la presión sea tanta que al final tenga que estallar por alguna parte, porque todos tenemos un límite

Así ha sucedido en Londres y se está extendiendo a otras ciudades de Inglaterra. El detonante, a veces, es lo de menos, algo alejado del núcleo de la custión. En este caso ha sido la muerte de un chico a manos de la policía. Si nos atuviéramos exclusivamente a ello podríamos pensar que lo que está sucediendo es exagerado (hasta la novia del chico muerto lo ha dicho, claro que antes de saber que su novio no había disparado contra la policía como esta había afirmado ¿la creyó ella? ¿Qué dirá ahora que un informe oficial lo ha revelado), pero es que hay que tener en cuenta la situación en la que se encuentran todos estos jóvenes que se han pasado a la violencia: viven en barrios dormitorio con escasez de servicios, acuden a escuelas mal dotadas, no tienen perspectivas de futuro: ¿qué estudios van a poderse permitir? ¿Qué trabajo van a tener con los pocos estudios de los que dispondrán? ¿Cuánto les van a pagar por un trabajo poco cualificado? ¿Qué seguridad de mantenerlo van a tener? ¿Cómo se podrán independizar y llevar su propia vida en una situación tan precaria? ¿Dónde y de qué van a vivir cuando los precios de todo están mucho más altos que lo que ellos podrán nunca pagar? ¿De qué ayuda van a disponer para poder hacerlo si el estado no colabora y sus padres están en una situación tan precaria como la suya o más porque no saben de qué van a vivir cuando se retiren y les quede una pensión ínfima y sin cobertura sanitaria?

Ante esta situación, al parecer Cameron ha encontrado una sola solución: más policías (ver noticia en El País). No es así, claro. Él sabe lo que sucede y por qué, pero no está en el gobierno para que el país mejore, sino para que mejoren aquellos a los que sirve, y no va a dictar ni una sola medida que beneficie a los de abajo mientras no pongan en peligro a los de arriba, cosa que de momento puede controlar con más represión.

Algo parecido ha pasado en Estados Unidos con su problema de déficit: el Tea Party, la fracción más radical del muy radical partido republicano, ha exprimido la situación en su beneficio cuanto ha podido, aún a riesgo de hundir a su propio país, del que seguro que en sus casas ondea la bandera. No les interesa el bien de Estados Unidos, les interesa pagar menos impuestos, enriquecerse a costa de que su país vea cómo sus infraestructuras y servicios se deterioran, como su trabajadores se empobrecen; han querido darle una lección a ese negro usurpador de una presidencia que consideran naturalmente suya y desde la que, además, ha intentado unas mínimas reformas que los defensores del fusil consideran propias de países comunistas.

Bueno, pues en España habrá elecciones el 20 de Noviembre. Si algo ha hecho bien este gobierno ha sido elegir una fecha tan simbólica, como es la del aniversario de la muerte de Franco, para que pensemos bien lo que vamos a votar y lo que significa que haya unos u otros en el poder, porque ya sabemos que la capacidad de hacer el bien de un gobierno en el mundo actual es limitada, pero la de hacer el mal no. Más allá incluso de tramas de corrupción y apropiaciones indebidas, más allá incluso de aeropuertos fantasmas o de desastres urbanísticos, más allá incluso de tierras míticas y tierras mitificadas; o si no que se lo pregunten a los habitantes de Poyales de Hoyo, que disponen de un gobierno municipal, en manos del Partido Popular, para el que parece que la guerra civil todavía no ha terminado. Y eso sí que es grave, muy grave.