sábado, 2 de febrero de 2013

Colton Burpo, Ana Mato, Modesto Crespo o los Pujol. Religión en tiempos de crisis.


Colton Burpo es un niño de trece años que afirma que estuvo en el cielo cuando tenía cuatro y estuvo al borde de la muerte por culpa de una peritonitis.
Su relato no elude ningún tópico: Jesús es alto y lleva barba, el Espíritu Santo es medio transparente y el arcángel Miguel se pasea por el cielo con una espada de fuego para combatir al demonio. No estoy muy puesto en teología, pero pienso que se supone que en el cielo debería haber espíritus y no cuerpos, pero bueno, pasémoslo por alto.
Sigamos: en el cielo hay calorcito, porque la luz de Dios y Jesús lo iluminan y calientan todo. El cielo tiene todos los colores de la Tierra y más (sic), pero no sabe a que huele, porque Dios no le permite recordarlo (sic).
Finalizada la descripción, entramos en terrenos digamos más ideológicos: ante la pregunta de si vio allí a algún familiar, Colton contesta que vio a su hermanita, que le achuchaba y besaba... pero resulta que su hermanita nunca llegó a nacer, porque su madre abortó meses antes de concebirlo a él. Si esto no es un mensaje ideológico, que baje el amigo de Colton y lo vea.
A todo esto, el padre del niño, que casualmente es pastor en una iglesia local, y que al parecer tiene buen ojo para los negocios, escribió un libro contando el relato de su hijo, del que lleva vendidos nueve millones de ejemplares (sí: 9 millones).
Sorprende que haya 9 millones de personas dispuestas a leer semejante historia, pero la credulidad en la fantasía en tiempos de crisis es, al parecer, mayor que en los de bonanza

Aquí en España también hay casos de estrecha relación de profundas convicciones religiosas con un gran amor por los negocios. Solo que aquí, en lugar de publicar libros con sus visiones, nuestros protagonistas se dedican (presuntamente, quede claro) a saquear el estado del bienestar en beneficio propio. Nombres como Ana Mato, Modesto Crespo, Francisco Camps, la familia Pujol y tantos otros, aparecen vinculados a grupos y sectas religiosas al mismo tiempo que a diversas tramas de corrupción.
Lo que sucede es que nunca pasan de la imputación a la condena, porque la justicia se demora tanto que el delito prescribe, porque se destituye al juez que los investiga o porque un espabilado abogado encuentra un motivo para que algún juez declare nulo el procedimiento.




Modesto Crespo es ese self made man a la española que pasó de tener una tienda de venta de coches usados a presidir la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM), por cuya gestión ha sido imputado, y la del Patronato del Misteri de Elche, demostrando también, como Colton, que era capaz de mezclar negocios y religión. Un hombre, dicen, de "profundas convicciones religiosas", como su amigo Francisco Camps. Crespo tenía incluso la potestad de administrar el sacramento de la comunión, demostrando una vez más que la jerarquía eclesiástica española acierta de pleno en la honradez de sus colaboradores.

De Luis Sepúlveda, exmarido de Ana Mato, parece que no queda ninguna duda sobre su vinculación con el asunto de corrupción conocido como caso Gúrtel. Sepúlveda fue alcalde de Pozuelo de Alarcón en el momento de mayor auge de  la fiebre del ladrillo, cuando todo era urbanizable y cualquier cosa era comisionable.

De la familia Pujol, de su poder en Catalunya, de cómo extienden sus tentáculos por todas partes y de sus negocios limpios y menos limpios, van apareciendo noticias, con la timidez de quienes se atreven a publicarlas sabiendo que enseguida serán vícitimas de ataques de tan poderoso clan: cualquiera que hable mal de la familia Pujol sabe que será tildada de antipatriota, de anticatalanista, de hacer daño al país. Pero a Oriol Pujol, hijo del patriarca, se le vincula (presuntamente de nuevo, que vuelva a quedar claro) con una de las peores acciones que pueda hacer un político: ayudar a promulgar leyes que favorezcan sus negocios privados, como es el caso de la ley de la "ITV para edificios", cuya una misión era obligar a la gente a contratar tales revisiones a una empresa en la él tiene intereses. Mientras tanto, toda la familia se dedica a las excursiones, dentro de la tradición montañera del cristianismo catalán

Colton Burpo nos ha contado sus fantasías, sin duda propias de la anestesia que le aplicaron, mientras que aquí tenemos que conformarnos con las mentiras o la estupidez, con las que tratan de anestesiarnos a nosotros:
Ana Mato y la Infanta Cristina están utilizando el mismo argumento en su defensa: no sabían de dónde sacaban el dinero sus respectivos maridos. O mienten o son unas ignorantes, y en cualquiera de los dos casos deben renunciar a los cargos de responsabilidad que ocupan, puesto que no los merecen, por deshonestas o por ignorantes.

Por cierto, en otra muestra de lo poco fiable que que es su comportamiento: ¿cómo es que Ana Mato, tan religiosa y próxima (o perteneciente) al Opus Dei se separó de su marido Luis Sepúlveda, imputado en el caso Gürtel? ¿No se casó por la Iglesia, para lo bueno y para lo malo, hasta que la muerte los separara? ¿Dónde está su coherencia con la religión que tanto defiende?

Si mienten deben irse, pero si son unos incompetentes que no se enteran de nada, también.

Amén 







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