miércoles, 16 de febrero de 2011

Max Otte. El crash de la información

 
Max Otte se define varias veces en su libro El crash de la información como un liberal. Si pensamos quiénes dicen en España que son liberales, la declaración de Otte es como para echarse a temblar y, sin embargo, ha escrito uno de los libros más demoledores que he leído contra el nuevo capitalismo de características netamente feudales.
Y es que no hay que ser un troglodita ni un talibán antisocialista para ser un liberal, en el buen sentido (lo tiene) de la palabra.
Otte es, simplemente, un defensor del social capitalismo, tan alemán. Su defensa del papel del Estado y su voraz crítica al capitalismo salvaje y a la manipulación de la información a la que nos somete, están más cerca de Toni Judt (por citar a un socialdemócrata confeso) que al antisocialismo talibán de muchos de los que aquí se autoproclaman liberales, pensando que esto significa ser egoísta y mentiroso, precisamente lo que denuncia Otte.
Otte es un férreo defensor del capitalismo, pero de aquel que está basado en la búsqueda de la riqueza para todos, es decir, un capitalismo que aumente la riqueza de los países y que conlleve una mejora en la calidad de vida de todos sus ciudadanos, bajo la tutela del Estado. Sin embargo, denuncia, estamos en una situación completamente opuesta: hoy en día no se puede hablar de una economía de mercado libre… grandes señores… ejercen su primacía cediendo parte de sus privilegios a sus seguidores y vasallos más fieles (página 272). Y, claro, ni el Estado se libra de ese vasallaje y la corrupción política aparece con facilidad.
 
Es espeluznante el caso que relata de una cajera (de la cadena de supermercados alemana Kaiser's) despedida, después de 31 años trabajando allí, por un supuesto hurto de 1,30 euros denunciado por una sola de sus compañeras. Fue acusada de haber utilizado dos vales de reembolso por envases de bebidas que al parecer había perdido un cliente. ¡Y la Audiencia Regional de Trabajo consideró el despido justificado! (ver página 274) Qué distinto del tratamiento que reciben los directivos de los bancos a los que llevaron a la ruina y que, encima, se llevaron millones por abandonar el cargo.
Tampoco tiene desperdicio la genial idea de Monsanto, una compañía americana de semillas, que consiguió que los que le compraban no pudieran guardar un remanente de su propia cosecha para la siembra del año siguiente porque introdujeron una cláusula que indicaba que las semillas que vendían eran ¡de un solo uso! (páginas 187-188).
 
Y todo lo que sucede, el continuo empobrecimiento de la mayoría en beneficio de una exigua minoría, es transmitido a través de los medios de comunicación, de la publicidad o de los discursos como si fuera lo mejor que nos puede suceder.
Cada organismo privatizado, que conlleva una merma del servicio que ofrece, nos es explicado como todo lo contrario. Cada incremento de precio o comisiones, cada aparato peor construido y menos duradero, cada necesidad creada nos son ofrecidos como grandes oportunidades para los consumidores, que poco a poco vamos perdiendo nuestro estatus de ciudadanos con capacidad de decisión para convertirnos en trabajadores esclavizados que tenemos que dar las gracias por conservar aún nuestro puesto de trabajo.
El declive del sistema de enseñanza, la proliferación de información que acaba produciendo un exceso y, por lo tanto, una dispersión que acaba por impedir la concentración y la reflexión, todo ello nos convierte en seres indefensos ante quienes tienen un poder que, como en el caso de los dirigentes de las grandes empresas, ni siquiera se juegan su propio dinero, sino el de unos accionistas que no tienen capacidad de decisión y que pueden ver como sus ahorros se reducen a la nada por una mala gestión de esos dirigentes que se marcharán con un enorme bonus bajo el brazo, dejando una empresa con la que jugaron a corto plazo para la especulación de algunos y la ruina de otros muchos.
 
Otte recurre a muchos economistas "clásicos" para denunciar lo que sucede ahora y que ellos ya supieron ver: Galbraith o Rüstow están entre sus favoritos. Pero yo me quedo con una cita de List, que decía: "el miembro más productivo de una sociedad no es el que cría más cerdos sino el que educa más personas" (página 284).

No hay comentarios: