sábado, 5 de febrero de 2011

Egipto, Túnez y la Europa del Este.

Algunos países musulmanes están despertando, como en su día lo hicieron los del bloque comunista. A mi juicio es mucho lo que hay de parecido entre ambos despertares, porque los dos tienen como base la falta de libertad y el bajo nivel de vida de sus ciudadanos, sometidos a dictaduras corruptas enriquecidas a su costa.
Sin embargo, los ciudadanos de la Europa del Este seguramente no esperaban que la caída del muro de Berlín, a la par que la libertad, traería consigo la venta barata del Estado a unos cuantos personajes próximos al poder que han acabado enriqueciéndose tanto o más que los antiguos dirigentes (algunos de ellos ya lo eran), el surgimiento de poderosas mafias que viven mejor en el capitalismo que en el antiguo régimen y la aparición de algunos de los "contratiempos" del mercado libre, como son el paro y el desencanto al ver que los perros que vivían en territorio capitalista no estaban atados con salchichas.
Lo malo para los ciudadanos de la Europa del Este es que cuando vivían en un régimen comunista sus quejas obtenían eco y apoyo en el mundo occidental, pero ahora que ya se han sumado a él nadie les hace caso porque todos estamos en lo mismo. Al contrario, obligados a emigrar por la deteriorada situación económica de sus países, vendidos al mejor postor, ahora están mal vistos en aquellos a los que llegan, donde a veces son considerados usurpadores de puestos de trabajo, en el mejor de los casos, o "todos" delincuentes en el peor.
En algunos países, los gobiernos que se hicieron con el poder poco tienen de mejor que aquellos que sus ciudadanos tanto denostaban. Ahí están la Polonia de los hermanos Kaczynski (hasta el fallecimiento de uno de ellos en 2010) o la Rusia de Putin, por poner algunos ejemplos bien claros.

¿Pasará algo parecido con los países musulmanes? Una vez terminadas las dictaduras, ¿quién ocupará el poder? Mejor dicho, ¿a quién dejará Occidente que ocupe el poder? Hay que recordar que una de las principales funciones de los gobiernos autoritarios en países como Egipto y Túnez, los primeros en rebelarse contra el orden establecido, ha sido la de contener a los fundamentalistas islámicos y si han durado tanto ha sido porque lo hacían bien y a Occidente le convenían.
Tampoco hay que olvidar el precedente de Argelia, donde en 1991 y tras varios años de partido único, se convocaron unas elecciones (legislativas y municipales) que ganó el FIS (Frente Islámico de Salvación) y, como esta victoria no gustó al mundo occidental ni al propio ejército argelino, el partido acabó siendo ilegalizado y los numerosos ayuntamientos en los que gobernaban fueron disueltos.
Por lo tanto, lo que les espera a los países musulmanes que se apunten a derribar a su dictador de turno es algo muy parecido a lo que ocurrió en los países de la Europa del Este: un momento de euforia y de falsa ilusión, durante la que pensarán que por fin han acabado con la tiranía. Luego vendrá el nuevo y moderno capitalismo que les mantendrá en la miseria, pero sus voces ya no serán oídas porque, como paso con los ex comunistas, ya no despertarán simpatías. 
Pero al menos los habremos ganado para la causa del mundo libre.

Y, como en tantas ocasiones, a veces un chiste explica mucho más y mejor que el más sesudo y argumentado de los editoriales de un periódico. Aquí está uno de hoy de El País, excelente en su simplicidad:
 http://www.elpais.com/recorte/20110205elpepuvin_1/XLCO/Ges/20110205elpepuvin_1.jpg






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