domingo, 22 de abril de 2012

Se acabó el tiempo en el que el empresario y su mecánico podían tener el mismo modelo de Mercedes

Llevamos demasiado tiempo siguiendo las directrices alemanas para salir de esta crisis y el resultado ya vemos cuál es: que no salimos sino que nos hundimos más todavía. ¿Por qué seguimos haciéndolo? Explicaciones hay muchas, guiadas por el interés o por la buena fe, basadas en criterios políticos o científicos, siempre sin mezclarse, como agua y aceite. El resultado es la confusión de los ciudadanos, receptores de mensajes contradictorios y con poca información, preparación y poder para opinar y, sobre todo, decidir.

Ha llegado un momento en el que todo se mezcla, en el que muchos grupos de interés están aprovechando la situación para sacar ventaja de ella a costa de los demás, mientras nuestros gobiernos nacionales nos dicen que no hay más remedio y que es por nuestro bien, porque de lo contrario se va todo al carajo. Sin embargo, en realidad, lo que sucede es que nos hemos metido en  un negocio piramidal y los ciudadanos hemos sido los tontos que hemos entrado al final y ahora miramos hacia abajo y no hay nadie más al que engatusar. No solo eso, sino que hemos elegido a quienes nos han metido en esa pirámide, embelesándonos con sus soflamas nacionalistas, que nos hacían creer en un progreso (falso) que solo servía a sus intereses ególatras y dinerarios.

En España ha habido (hay) una larga época de corrupción e ineptitud políticas y de negocios inmobiliarios fáciles e insostenibles promovidos precisamente por los políticos y llevados a cabo por la codicia descerebrada de los bancos y cajas de ahorro, que nos han llevado a una situación difícil que ahora quieren que paguemos los ciudadanos, que no contribuimos a ella más que en la medida de nuestras posibilidades, que aunque existen no son muchas si las comparamos con quienes realmente nos llevaron hasta aquí.
Porque nunca vivimos "por encima de nuestras posibilidades", como ahora nos dicen para que aceptemos el castigo (que no merecemos). Nadie puede vivir por encima de sus posibilidades, sino que aprovecha las posibilidades que se le ofrecen para vivir conforme a ellas, lo explicaba muy bien Alejandro Nieto en ese excelente programa de TV3 que se llama "Singulars". Y durante estos años de "crecimiento" hemos tenido tantas posibilidades y nos han hecho creer que estábamos casi casi que en Jauja que, unos más y otros menos, las hemos aprovechado hasta que el cántaro se ha roto y muchos se han quedado no solo sin la leche sino que además se han destrozado los pies pisando los trozos de cántaro.
Hemos comprado casas porque el gobierno de Aznar liberalizó el suelo para que se pudiera construir en todas partes, así los promotores compraron solares hasta en estercoleros y nosotros, imbéciles, les compramos las casas que construian en ellos. Y todo eso lo hicimos porque los bancos nos daban créditos, cada vez a mayor plazo, porque cada vez el precio de las casas subía más y había que mantener unas cuotas asequibles porque de lo contrario la pirámide se hundía.
Hemos construido grandes edificios públicos sin ninguna necesidad, carentes de utilidad y que han alimentado la corrupción y el despilfarro de una clase política de un nivel muy bajo, sin preparación alguna, puros instrumentos de partido para ganar elecciones y situarse ellos y los suyos en el gran negocio de la política a la que, ya sabemos, uno fue honrado y dijo que llegaba para forrarse.
De paso hemos destruido nuestras costas y hemos rebajado el nivel de calidad de nuestro turismo, del que solo importa la cantidad: cuántos más mejor, no importa de qué clase ni lo que hagan mientras están aquí. También, gracias al trabajo fácil en la construcción hemos conseguido que muchos de nuestros jóvenes dejaran de estudiar y se pusieran a trabajar, obnubilados por unos salarios altos (¿altos? ¿Comparados con qué?) que les permitían comprarse su Seat León y su piso en alguna urbanización edificada sobre un erial, sin ninguna clase de servicio y a treinta kilómetros de cualquier parte.

Todo esto lo hemos hecho, sí, pero a ello han contribuido decisivamente los bancos alemanes, que han ido prestando dinero y comprando deuda a diestro y siniestro porque obtenían sus buenos rendimientos, cada vez más altos porque cada vez el riesgo era mayor. Hasta que también a ellos se les cayó el cántaro y vieron cómo peligraba el poder recuperar el dinero prestado.
Es decir, hemos jugado a la pirámide sin saberlo, como todos los primos, y nos hemos dado cuenta de ello cuando hemos mirado hacia abajo y hemos visto que no había nadie más a quien hacerle pagar los platos rotos. Los bancos alemanes, dirigidos por su gobierno, han mirado hacia los países en los que habían invertido y se lo han hecho pagar, estos países han mirado a sus ciudadanos y se lo están haciendo pagar... pero los ciudadanos hemos mirado y no hemos encontrado a nadie. Hemos sido los tontos, los primos necesarios para que todo timo funcione. Como en cualquier timo, seguramente tenemos parte de culpa, porque en el fondo pensábamos aprovecharnos de una situación y al final no hemos podido: muchos no han podido vender estas casas que tanto les costaron (y con las que pensaban hacer un pingüe beneficio, ya que no paraban de subir) y, encima, no son capaces de pagarlas, porque han perdido el trabajo que les había permitido endeudarse y, además, no tienen preparación suficiente para buscar otro tipo de trabajo.

El resultado es que hemos votado a la derecha, como suele pasar en tiempos de crisis (somos así de ignorantes), y la derecha está aprovechando la situación para favorecer a los suyos, que no son otros que los empresarios privados y la Iglesia. Los primeros porque son sus aliados naturales y la segunda porque es la cobertura ideológica que necesitan para que nosotros no emprendamos la revolución. 
Nuestra derecha (la española) está a su vez en manos de la gran derecha, la que tiene el poder, que es la alemana, de modo que tiene que alimentar a la propia y a la ajena, dejándonos a nosotros, los ciudadanos, en una situación tan miserable que solo se puede sostener por la vía autoritaria del ordeno y mando (al fin y al cabo les hemos dado la mayoría absoluta, ¿no?): cambios de leyes para restringir las libertades, amplios presupuestos para que la Iglesia pueda darles cobertura, eliminación de todas aquellas medidas que fomenten la igualdad de oportunidades, porque se acabó el tiempo en el que el empresario y su mecánico podían tener el mismo modelo de Mercedes. ¿Qué se habían creído?

Para terminar, no quisiera parecer un determinista histórico pero las grandes crisis que ha tenido Europa durante el siglo XX (y la actual) han sido provocadas por Alemania. De forma cruenta y salvaje en las dos guerras mundiales y de forma aparentemente civilizada ahora, pero con la misma intención de dominar al resto y satisfacer sus ansias imperiales. ¿Vamos a seguir haciéndoles caso? ¿Vamos a seguir permitiendo que nos lleven a la miseria? ¿De verdad?

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