domingo, 15 de mayo de 2011

El debate de los candidatos a la alcaldía de Barcelona refuerza a Escons en blanc

Hace unos días vi en televisión el debate entre los candidatos a la alcaldía de Barcelona. No estaban todos, claro, sólo los de los cinco partidos más fuertes, como siempre. Tras oírles discutir, hablando todos a la vez, como si fueran contertulianos de algún programa de cotilleo, con frases del tipo "esto no se lo consiento", que habría suscrito Belén Esteban sin sentirse infiel a sí misma, acabé concluyendo que nadie merecía ningún voto y que la gente acabará votando al que considere menos malo.

Jordi Hereu, el candidato del PS y actual alcalde, tiene como lema de su campaña la frase "estoy convencido", que firmaría sin dudar cualquier paranoico, pero que ciertamente aporta poco valor a un proyecto político que debe tratar con la realidad y no con los convencimientos particulares del estilo del pensamiento mágico. Hay quienes están convencidos de que la tierra es plana y eso no convierte a nuestro planeta esférico en un rectángulo.

Xavier Trías, candidato por CIU, se aferra al discurso catastrofista de expresiones exageradas que, a fuerza de ser repetidas, acaban haciendo creer a algunos que son verdad. Que Barcelona es la capital de la mafia y la prostitución europeas es, quizá, su frase estrella. Pero también retó al actual alcalde a un salto de longitud o a una carrera de cien metros para demostrar que, como se ha rumoreado, no tiene parkinson (gran argumento político, sin duda). Aboga por el cambio, pero no dice en qué consiste, tal vez porque no quiere que le pase lo que a su jefe de filas, a quien el sábado ya montaron una gran manifestación contra los cambios que él ya ha introducido.

Alberto Fernández, candidato del PP, es como ese niño resabiado que es el primero de la clase pero no el más querido por sus compañeros. Incapaz de hacerse querer por sí solo, busca el apoyo de otro más fuerte para que le deje estar en su equipo y así pode jugar. En el debate del otro día, cada vez que Trías, el primo mayor al que ha elegido, atacaba al alcalde, él gritaba todavía más, allá en la sombra, respaldando a su capitán. ¿Ideas propias? Lo siento, no recuerdo ninguna.

Jordi Portabella, de ERC, juega a ser el gran hombre que está por encima del bien y del mal. Miembro del gobierno (y acaparador de cargos públicos) durante una temporada, ahora está fuera de él y se permite considerarse a sí mismo como alguien que apoya o se opone en función de lo que que debe ser, autoconvertido en una especie de de árbitro supremo del juego de las conveniencias.

Por cierto, lanzo una idea: igual como se propone limitar los mandatos de los cargos públicos, habría que limitar también el tiempo que deberían poder permanecer en la oposición: Portabella, Trías y Fernández llevan tanto tiempo en el Ayuntamiento que deberían marcharse ya, porque están tan viciados como si hubieran sido alcaldes durante varios años.

Queda Ricard Gomá, el candidato de Iniciativa. Quiere para sí los votos de la izquierda. Supongo que con esta finalidad titula su blog "utopies quotidianes", oxímoron de grueso calibre que lleva a pensar que este hombre no tiene las ideas claras, salvo cuando nos propone una nueva deidad a adorar: la bicicleta. Escuchándolo el otro día en el debate diríase que la bicicleta está ahí para curar todos nuestros males.

De los demás partidos, lamento decirlo, no sé nada: no salen en la tele. Al menos yo no los he visto.

¿Es alguno de estos proyectos el que queremos para una ciudad como Barcelona? ¿El que queremos para cualquier otra ciudad de Catalunya o del resto de España? ¿Seguiremos votando siempre al que consideremos menos malo? ¿Votaremos a uno para que no gane otro al que consideramos peor? Yo lo he hecho muchas veces. Supongo que muchos otros también.

Pero esta vez, en algunas ciudades, entre ellas Barcelona, existe la posibilidad de hacer oír la voz de los descontentos y que esta voz tenga su reflejo después en las instituciones: Escons en blanc / Ciudadanos en blanco. Votarlos significa que aquellos que no quieren al menos malo no sean solo un porcentaje de abstención el día de las elecciones. Votarlos significa que las sillas vacías se vean, para vegüenza de estos políticos mediocres cuya finalidad es ocupar la suya, cobrar del erario público y tomar decisiones sobre asuntos para los que no están preparados o, peor aún, para que sus intereses ocultos salgan beneficiados. Votarlos significa demostrarles que el voto en blanco es útil y que tiene fuerza, cuanta mayor fuerza tenga Escons en blanc, más claro quedará que existe la posibilidad de cambiar las cosas. No dejemos pasar la ocasión.

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