miércoles, 4 de enero de 2012

Urdangarín y Rajoy dos síntomas de un país atrasado

En el caso Urdangarín no sólo debería juzgarse la actuación del principal protagonista, sino la de todos aquellos que hicieron posible su enriquecimiento y, en general, debería hacernos reflexionar sobre el muy bajo nivel profesional que han mostrado nuestros políticos y empresarios.
¿Nadie va a investigar a esos directivos de las compañías y a esos políticos de las administraciones que lo contrataron "por ser quién era", como si todavía viviéramos en los tiempos caciquiles del siglo XIX? Al fin y al cabo demostraron no ser dignos de los cargos que ocupan ya que no se atuvieron a criterios profesionales sino de conveniencia política, sin importarles que estaban tirando el dinero, que en la mayoría de los casos, además, no era suyo.
La marca Urdangarín
Por ser él quien es

¿Por qué un directivo empresarial o un político firmaba un contrato caro para un asesoramiento que no necesitaba para estar a bien con la familia real? ¿Qué pretendía conseguir a cambio? ¿Seguimos viviendo todavía en esa clase de país?


Bueno, vivimos en la clase de país que tiene un gobierno del Partido Popular, presidido por el salvador Mariano Rajoy, que ha decidido recortar 600 millones del presupuesto en investigación científica y tecnológica (Recorte en ciencia y tecnología), que congela el salario mínimo interprofesional, que da a los pensionistas con una mano lo que les quita con la otra, que resta capacidad de consumo a los trabajadores, que frena las inversiones del gobierno en infraestructuras, tan necesarias para recuperar un poco el tono vital de nuestra economía y no sumergirla en la recesión, que avala las deudas de la Comunidad Valenciana, la más endeudada de España tras los muchos años de gobierno del PP (¿qué excusa del pasado tienen ahí?).
Más allá de los trajes de Camps y de todo el entramado de la red Gürtel, sirva como ejemplo de lo que ha ocurrido en la Comunidad Valenciana  la Ciudad de las Artes de Valencia, encargada al arquitecto oficial Santiago Calatrava, presupuestada inicialmente en 308 millones y que acabó costando 1.300. Sólo esta desviación presupuestaria ya es nueve veces el importe de la deuda valenciana que el Estado ha tenido que avalar, a lo que hay sumar los problemas de inundaciones que presentó, el tremendo coste de mantenimiento que supone y que cada año pierde unos cuántos millones de euros porque no da los beneficios esperados. Lo mismo sucedió con el megalómano Fraga y su proyecto en Santiago de Compostela o el caso Palma Arena del ex presidente (y ex ministro) Jaume Matas (en relación con todos estos proyectos arquitectónicos puede consultarse el excelente libro Arquitectura milagrosa, de Llàtzer Moix, editorial Anagrama, 2010).

¿Dónde esperamos llegar con estas medidas, con estos comportamientos, con esta cultura? ¿Conseguiremos alguna vez generar otros empleos que los de la construcción? ¿Seremos capaces de atraer turistas mejores que los de los paquetes tirados de precio para las borracheras del fin de semana? ¿Podremos frenar la fuga de nuestors mejores estudiantes y emprendedores que se marchan al extranjero para desarrollar sus carreras? ¿Educaremos a nuestros hombres para que en lugar de matar a sus compañeras y luego suicidarse empiecen al revés? ¿Tendremos alguna vez empresarios que se preocupen por el futuro en lugar de buscar el dinero fácil en el presente sin importarles a quién explotan ni cuánto va a durar su negocio? ¿Acabaremos con el derroche que suponen tantas y tan descontroladas administraciones? ¿Seremos capaces de tener unos colegios y universidades que eleven el nivel cultural de nuestros estudiantes? ¿Podremos, algún día, tener unos políticos prreparados, que sepan idiomas, que actúen por el bien común, que se dejen de luchas de partidos (internas y externas), que no se preocupen por repartir cuotas de poder sino por escoger a los mejores, que dejen de atender intereses que no son los que deberían? ¿Qué formación se le exige a cualquier alcalde, concejal o miembro del gobierno de una comunidad autónoma para permitirle ocupar su puesto?
Preguntas, preguntas, preguntas...
 



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