viernes, 10 de julio de 2015

Quo vadis CUP? Y adónde llevas a Catalunya?


El abrazo entre el dirigente de la CUP, David Fernández, y el Presidente de la Generalitat, Artur Mas, que se produjo el 9 de noviembre de 2014, el día del famoso referéndum, fue la prueba en imágenes de que el proceso independentista no sería beneficioso para los catalanes. Aquel abrazo no fue simétrico, porque significaba que la resistencia de izquierda era devorada por la derecha en el poder. A partir de aquel abrazo, la CUP dejaba de lado sus reivindicaciones sociales para ser solo un partido nacionalista, y cuando lo único que cuenta es el nacionalismo aglutinador, el fascismo es un peligro y el perjuicio de las clases populares una realidad.
         Artur Mas apela siempre a lo que él llama un “proyecto de país” y resulta muy sorprendente que una organización como la CUP, que se declara socialista y ecologista, pueda compartir con la rancia y corrupta derecha catalana cualquier tipo de proyecto político, que desde luego siempre estará remotamente lejos del socialismo y del ecologismo. De un gobierno que es fruto del tándem Pujol & Puig (para entender muchas cosas es imprescindible leer el libro del mismo título escrito por Antonio Fernández) es difícil esperar otra cosa que corrupción y amiguismo.
El papel que la CUP ha jugado en la comisión de investigación de los Pujol es otra prueba de que su pasión política se ha diluido dentro del embalse (que no oasis) de la política catalana, porque les ha hecho participar de una pantomima que ha dado a “la familia” y sus amigos una plataforma desde la que chulear, reivindicarse y hasta reñir a los políticos, con la aquiescencia una vez más de David Fernández, cuya máxima reivindicación política parece haber pasado a ser el uso de (horribles) camisetas durante las sesiones. Tal vez piense que sentarse junto a una trajeada Marta Ferrusola vestido con una camiseta de Allende sea revolucionario, pero yo creo que resulta más bien pueril.
         Dentro de la impresionante lucha por el poder que se ha desatado dentro de las organizaciones independentistas (por fin empiezan a mostrar sus auténticas caras), que las ha llevado a plantearse esa gran estupidez que es hacer candidaturas políticas sin políticos, la CUP ha querido rizar el rizo y no solo defiende esta opción, sino que además quiere que después de celebrarse las elecciones se celebren inmediatamente otras con políticos. ¿Es p
osible que un partido de izquierdas anteponga una unidad de destino en lo universal a acabar con uno de los peores gobiernos que ha tenido Catalunya, que durante cuatro años solo se ha dedicado a recortar y a alimentar la imagen mesiánica de su líder?
         Ninguna de las investigaciones en marcha ha llegado a buen puerto, pasa el tiempo, el dinero robado no aflora y los delincuentes siguen en la calle. Todos ellos catalanes, todos actuando contra Catalunya y la CUP apoyando los “proyectos” de quienes les están íntimamente vinculados. Si la CUP fuera una organización la mitad revolucionaria que su forma de vestir, en estos momentos estaría pactando con la izquierda para intentar tumbar a un gobierno que solo pretende perpetuarse en el poder económico y político de una Catalunya que, como ocurre a menudo con los líderes nacionalistas, piensa que es suya. Que la CUP no se haya enterado de que cuando alguien habla del pueblo de un país como un conjunto, lo que está haciendo es intentar evitar que el auténtico pueblo lo eche del poder, da a entender que no es una formación políticamente preparada, que tal vez debería disolverse y entrar en Convergència, ahora que hasta su socio de toda la vida la ha abandonado, allí seguro que aprenderían a ser astutos.
¿Quo Vadis CUP? ¿Y adónde llevas a Catalunya?

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