miércoles, 8 de septiembre de 2010

Artículo. El pastor Terry Jones

La capacidad de un hombre para hacer el mal es inmensamente superior a la que tiene para hacer el bien. Cualquiera puede coger un arma y matar a una veintena de personas en pocos minutos, o presionar un botón y lanzar un misil con el que matar a miles o hasta a millones.

Sin embargo, también existe quien tiene poca capacidad objetiva de hacer daño pero cuyos efectos se ven multiplicados por la difusión de la noticia de lo que va a hacer.

Y ese es el caso de este ¿pastor? de Miami que ha anunciado la estupidez de quemar coranes el 11 de Setiembre. Con esta simple acción su capacidad de crear mal es escasa, puesto que sólo él y sus pocos seguidores llevarán a cabo la acción y su repercusión será vecinal. Pero resulta que los medios de comunicación le han convertido en un hombre mundialmente famoso, su efigie ya ha ardido en Afganistán y el general estadounidense el mando de las tropas allí ya ha advertido del peligro que supondrá para sus soldados que el pastor lleve a cabo su acción.

No aprendemos. Hoy en día cualquier cosa que llame la atención es considerada una noticia digna de ser publicada... y de ser vista, escuchada leída.

Hay noticias que no tienen más trascendencia: las miserias de la ex-mujer de un torero famoso, la buena o mala relación de los miembros de la familia real o la vida sexual de los participantes en gran hermano, por poner algunos ejemplos.
Pero hay otras que despiertan los peores instintos de los receptores: odios nacionalistas, religiosos o racistas; porque son irracionales, atávicos y afectan a los menos formados intelectual y emocionalmente, que son por tanto los más fáciles de manipular y los más difíciles de controlar.

Hasta yo, escribiendo sobre ello, le estoy dando una publicidad que no merece (si es que alguien lee este blog). Pero los propietarios de medios de comunicación que llegan a cientos de millones de personas deberían pensárselo dos veces antes de publicitar este tipo de noticias.

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