martes, 8 de noviembre de 2011

David Vann. Sukkwan Island. Caribou Island. La esencia de la novela

Después de haber leído, casi consecutivamente, dos novelas de David Vann, me ha entrado una tremenda necesidad de recomendarlas a cuanto ser vivo se cruzara en mi camino, pero después de darle unas cuantas vueltas al asunto he llegado a la conclusión de que no podría contestar a la obvia pregunta que me harían todos esos seres vivos tras la recomendación: ¿por qué?
Y es que me resultaría imposible contestar a ese “¿por qué?” sin chafarle la lectura al preguntante. De hecho, leer las novelas de Vann me ha llevado a darle vueltas a la cuestión de si resulta útil leer la crítica de un libro antes de leerlo, o de una película antes de verla (que para el caso es lo mismo), y he concluido que, al menos a mí, no. Tal vez sea un antiguo, pero me gusta descubrir el argumento de la novela o la película mientras la leo o la veo, respectivamente, y no me apetece que un crítico, la solapa del libro o el folleto que te dan en el cine me la cuenten, que es lo que hacen la mayoría de ellos, estropeándome así la maravillosa sensación de dejar que el narrador me informe de lo que quiera en el momento que le parezca oportuno. 

En el caso de David Vann, además, se da la paradoja de que la primera de sus novelas, que en la traducción española se titula Sukkwan Island, él la llamó Legend of a suicide, dándose así el caso de que la editorial española ha actuado al revés y se ha mostrado pacata a la hora de enseñarnos lo que la novela contiene, mientras que su propio autor pretendía, seguramente, inquietar al posible lector con un título sobrecogedor. Uno coge la versión original y piensa: aquí va a haber o ha habido un suicidio, aunque no sabe de quién ni cuándo; en cambio, uno coge la versión española y puede pensar que se trata de una novela costumbrista y encontrarse después con una sorpresa mayúscula.

¿Cuál de los dos es mejor título? En mi opinión el del autor, claro, por su propia condición, porque así lo ha querido (incluso aunque haya sido una imposición de su editor, porque él lo habrá aceptado). ¿Sería lícito que una editorial cogiera una novela de las que empieza por el final y luego se desarrolla en un largo flashback y decidiera invertir el orden, poniendo el primer capítulo al final, para que la historia fuera lineal? En mi opinión, no, desde luego. Pues lo mismo con el título, ¿qué derecho tiene una editorial a cambiarlo?


La segunda, en cambio, tiene el mismo título en ambos idiomas: Caribou Island. ¿Por qué? Pues no soy capaz de imaginarlo, porque tampoco se trata de novela costumbrista que digamos, tal vez sea porque la editorial es otra. Y es que incluso las portadas de la original y la traducida son idénticas.

Pero volvamos al asunto: ¿qué tienen de bueno las novelas de Vann que no se pueden explicar sin amargarle la lectura al futuro lector?
Lo fácil, en este caso, sería también comportarse como un crítico y decir que es un escritor que ha tratado como ningún otro determinados temas (y enumerarlos). Hacerlo, además de fácil, sería insensato y pedante, porque daría a entender que he leído a todos los escritores del mundo y soy capaz de emitir juicio a favor de Vann, pero estoy seguro de que, quien más quien menos, ha leído opiniones de este calibre.
Digamos, en favor de los críticos, que no es fácil reseñar un libro sin poner al descubierto sus secretos, pero como la mayoría de ellos escriben las reseñas para ganarse el sustento (y dárselas de entendidos), se refugian en lo fácil, que es contar lo evidente y opinar sobre lo incomprobable.

Yo sólo diré que Vann me ha parecido un escritor extraordinario (que sólo significa que es distinto a otros que he leído) porque trata, de una forma que me dejó el corazón en un puño, temas de hondo calado, de esos que configuran la vida, y se olvida de los meros accesorios, de los que sus novelas andan bastante escasos. Las circunstancias de sus historias rondan lo increíble, pero las aprovecha tan bien para meter el punzón y escarbar por todo lo humano que al final pienso que es que no se podía hacer de otra forma, que había que situar a los personajes en esas situaciones límite para que pudieran mostrar lo que llevan dentro.

Yo, al menos, las encontré apasionantes; y eso es mucho en una novela, ¿no?

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