Ahora que ya pasó (o casi) el día del libro, ese montaje publicitario vergonzoso en un país en el que se lee muy poco, dejo aquí una recomendación de un libro que no habrá sido el más vendido, pero que sería muy conveniente que mucha gente leyera si desconoce el período del que trata.
El libro es Escena de caza (furtiva), escrito por Agustín Gómez Arcos en 1978, con el título en francés de Escène de chasse (furtive) y publicado por Cabaret Voltaire en 2012.
Agustín Gómez Arcos es uno de tantos talentos que, en tiempos de Franco, tuvo que exiliarse en Francia si quería que su obra viera la luz. Censurado aquí como dramaturgo, se fue a París donde acabó escribiendo novelas en francés. Nunca sabremos qué habría pasado si Gómez Arcos hubiera vivido en una España no dictatorial, pero intuyo que nos habríamos quedado sin una novela tan extraordinaria como esta (¿contra Franco vivíamos mejor, como diría Vázquez Montalbán?).
La novela narra una historia dura, muy dura y muy cruel que en ocasiones provoca náuseas, porque la brutalidad de lo que sucede está narrado sin ningún tipo de suavización y porque que mucho de eso tan brutal que nos cuenta Gómez Arcos sabemos que ocurrió, no exactamente de la misma manera, pero sí en muchas variantes, con personajes y resultados muy parecidos.

Pero Germán Enríquez no está solo, tiene a su alrededor a otro grupo de personajes a los que únicamente puede robar protagonismo porque él mismo es perfecto, pero que habrían sido espléndidos protagonistas de cualquier otra novela en la que el policía no figurara. No voy a desvelar quiénes son ni qué relación tienen con él, pero entre todos componen una sórdida historia que no es otra que la que vivió España durante los casi cuarenta años de dictadura franquista. Pero no se asusten, no es un panfleto ciclostilado, es una novela excelente, de prosa viva, inteligente, muy bien escrita, con un gran dominio de la palabra, la frase, el ritmo, la composición de personajes y situaciones. Lo que se entiende como una buena novela, vamos, aunque ese calificativo lo hayamos visto aplicado tantas veces a tantas obras tan malas que parezca desgastado. Pero esta lo es.
Es, a mi entender, una muy buena maner de conocer ese tiempo negro que todavía no ha desaparecido del todo, esa dictadura que ahora algunos pretenden reivindicar ante quienes la desconocen, bajo otro lema bien distinto del de Vázquez Montalbán: con Franco vivíamos mejor. No se lo crean. Les dirán que no se podía despedir a los trabajadores, que la clase media vivía mejor que ahora y que todos teníamos mejores valores, pero no se engañen si ahora existe el despido libre, si se está destruyendo la clase media y si la educación es tan mala que nadie sabe a qué atenerse es más porque nos estamos acercando de nuevo al franquismo que porque nos alejemos de él, porque todo hay que situarlo en el momento histórico en el que sucede y no se pueden comparar los años cincuenta con Franco al siglo XXI sin él... ¿se imaginan que Franco hubiera llegado hasta nuestros días? ¿Qué nos estaría pasando?
Lean la novela de Gómez Arcos y lo sabrán. Y luego lean el BOE con Rajoy en el gobierno y échense a temblar.
Por cierto un (suave) crítica a la edición de Cabaret Voltaire: ¿qué pinta una escena del Mayo del 68 parisino en la portada de este libro?
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