Premisa primera: el
presidente del gobierno, Mariano Rajoy, en su comparecencia de ayer en el
Senado, dijo que era una persona recta y honrada y cuyo único defecto era, según dejó entrever, no enterarse de nada de lo que pasaba a su alrededor y fiarse de quien no debía.
Premisa segunda: la mayoría de los españoles (concepto que él usa muy a menudo a su antojo, sin ningún conocimiento de causa, cuando dice aquello de lo que preocupa a la inmensa mayoría de
los españoles es esto o lo otro) no tiene confianza en él.
Conclusión: ¿No piensa
que sería coherente con ser una persona recta y honrada, dados los datos que muestra el CIS en su barómetro de
julio (puede consultarse en: Barómetro de julio de 2013), dimitir porque no goza de la confianza de sus ciudadanos?
Rajoy siempre dice
que se necesita probar lo que se dice (aunque él no pruebe nada y solo repita
machaconamente su versión de los hechos). Aquí van algunas pruebas, según los datos del CIS:
Solo el 0,4% de
los encuestados opina que la gestión que está haciendo el gobierno del PP es muy buena, mientras que el 68,9% opina que es mala o muy mala.
En cuanto a
la valoración de los ministros del gobierno, la nota más alta corresponde a
Miguel Arias Cañete (al que solo conoce el 65% de los encuestados), con un claro suspenso del 3,25 y cierra la clasificación José Ignacio Wert
(el de las nota mínimas para las becas), con un 1,58.
En intención
de voto (intención + simpatía) el PSOE se sitúa por delante, pero con un pobre 18,6%, mientras que el PP se queda en un 16%. En esta pregunta triunfa con claridad el partido Ninguno, con un 29,3% de las opiniones.
¿Se puede ser una persona recta y honrada y seguir mandando (gobernar es otra cosa) en una situación así?
Por supuesto, siempre y cuando uno no se entere de nada, que es lo que pasa según nuestro presidente.